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    Grabado en el Atlas de Paz Soldán, 1865.

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    En los años 70 del siglo pasado, para ser preciso en 1972, Don Tomás G. Vizcarra Carbajal, redactó un libro cargado de nostalgia y significado arequipeñista, "Arequipa en mi recuerdo", a continuación les presentamos uno de sus pequeños relatos, al cual tituló "La peña del Puente Bolognesi", singular formación rocosa que  nos acompaña desde siempre y  sobre la cual se tejen muchas leyendas.

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    La peña del puente  Bolognesi


    Esa peña o roca se le llamaba antiguamente “La Serena.” Después la fantasía de nuestros abuelos la embelleció con leyendas y fábulas, como la de “La Sirena” transformación semántica de la voz serena que a cuantos la oían cantar sus melodías tristes y amorosas, los encantaba y presas de aquel sortilegio, enloquecidos, se arrojaban al río que envolviéndolos en sus enfurecidas aguas previas lo sepultaba para siempre bonito cuento ¿ verdad?

    El pueblo no dió descanso a sus ensueños pues también se habla, sobre todo entre los viejos, de danzas, luces y gritería es de condenados y demonios y de otras supercherías por el estilo.

    En este punto sobre “la serena”, las danzas, luces y gritería de condenados y demonios de mil cuernos y rabos negros sedo la pluma a los folkcloristas que más entendidos que yo, sabrán en un futuro inmediato decir su palabra autorizada. Allá que ellos averigüen y nos digan la verdad sobre tan espeluznantes sucesos.




    Un agricultor testarudo

    Antes de poner punto final al río y a su escalofriante “peña” , pasaré ocuparme de don Juan Arenas, el agricultor desgárrate sin parar mientes en “La Serena”,  “La Sirena”  y los mil demonios, hace cuatro años le hurtó al Chili y parte de su cauce. Aquí algo interesante sobre ese agricultor testarudo.

    Me lo presentó don Antonio Valdés Rivera, nacido en 1903, el de la abundante barba que ya conocemos.

    Señor embaucador me dijo maliciosamente, ¿no conocéis la historia de la chacra que al otro lado del puente respeta reverente al Chili? Ahora mismo la sabréis, pues viene el "granjero" don Juan Arenas gran amigo no sólo de robar tierras al río sino al corazón a las mujeres.

    Efectivamente, venía hacia nosotros un hombre sonriente ya entrado en años que, previo apretón de manos se explicó así soy Juan arenas y cuento 60 y seis otoños bien vividos y como usted, debe saber soy dueño de aquel terreno que arrebate al río. Hace cuatro años, caballero, que cultivo esa excelente tierra con magníficos resultados no soy ingeniero ni mucho menos, pero experimento mucho.

    Pero, don Juan atiné a responder no ve usted que es una temeridad meterse casi en plena correntada y que su campo podría desaparecer el rato menos pensado

    Entonces don Antonio terció en la conversación.

    Usted no conoce el temple del "granjero". Es hombre de pelo en pecho y callos en las manos y que tiene año en pos de año cinco hasta la fecha arrinconando al río y dando a su chacra en alma y corazón.

    Si señor respondió el "granjero", tengo eucaliptos, parras con racimos gigantes, papas, trigo y ají de Tambo. No soy de los que temen a las avenidas como la de 1924, que asoló al vecindario. Tengo fe y sé que el río en la época de creciente pasará ceremoniosamente junto a mis sembríos y los respetará. Tranquilícese pues. No hay peligro.

    Verdaderamente don Juan Arenas es todo un agricultor que, gracias a su esfuerzo y a la bondad de la tierra de aluvión, ha conseguido lo que otro jamás hubiera podido alcanzar. Ahí lo tenéis con la tez bronceada, pala en mano, entregado a su tierra y trabajando de sol a sol. Las tierras son suyas y sólo suyas la reforma agraria como dijo a la cual acudió para inscribir su chacra, le otorgó la propiedad.

    Señor se explicaron en las oficinas, sólo el río y no el Estado podría arrebatarle el terreno; nada tenemos que ver en el asunto. Vaya con Dios y que el bendiga su esfuerzo. Adiós.

    Lector:

    Cuando bajes por la calle del puente Bolognesi y cruces el puente en dirección al Beaterio, detente un instante y mira hacia abajo y a la derecha y verás los eucaliptos y demás sembríos de don Juan, el hombre que a los 66 años sigue desafiando al traicionero Chili.

    Actualmente el río reclamo su terreno y sólo nos queda en el recuerdo, que alguna vez un viejo agricultor, lo desafío, y usando su ingenio , pudo conseguir lo que quiso.


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    Fuente:
    • Tomás G. Vizcarra Carbajal. "Arequipa En Mi Recuerdo" 1972.