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    Ilustración: Leo Ugarte 1996


    En noviembre se celebra el “día de todos los santos” en todo el Perú y en Arequipa tiene características especiales. El 2 de noviembre la población concurre a los cementerios a rezar y a visitar a sus difuntos, llevando ramos y coronas de flores. Salvo este día, en la Arequipa tradicional todos los días de noviembre eran buenos para celebrar otra peculiar fiesta denominada fiesta de las guaguas. Sacando cuentas no es muy difícil deducir que contando 9 meses desde carnavales, sea precisamente en noviembre cuando las "guaguas" abunden.

    Pero las guaguas de nuestra fiesta no son de carne sino más bien de pan dulce, bizcocho o masa de torta rellena de manjar en algunos casos y decoradas con caretas de yeso que son hechas especialmente para estas fechas. Para degustarlas como la costumbre manda, existen los famosos bautizos, una singular tradición que se hace a manera de juego para representar el bautizo católico, y hace que los amigos compartan momentos divertidos, y estrechen aún más sus vínculos de amistad , y ni qué decir cuando existe entre amigos y amigas algo más que simple amistad, pues también contribuye a acelerar el enamoramiento. La costumbre consiste en que un a persona (generalmente un varón) envía de regalo un a guagua a otra persona (generalmente una dama) con un tarjeta que en medio de cumplidos ruega a la destinataria se encargue de hacer bautizar a la supuesta criaturita aún "mora".


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    La dama obligada por el envío “obligada" entre comillas porque algunas veces lo hace de mil amores) recibe la guagua y responde al remitente, que será bautizada en tal fecha hora y “en esta su casa”. En la hora del día señalado se produce una fiesta ofrecida por la que aceptó la guagua y en la que participan el que la envió y los amigos y familiares de ambos. En lo mejor de la reunión se produce el bautizo oficiado por un cura y sacristán, los invitados mas chistosos y ocurrentes, previamente disfrazados con sabanas túnicas y otros ornamentos sagrados. Hacen de padre y madre el que envió y la que recibió la guagua y de padrinos y testigos las amistades más queridas por los padres. En el festejado y hábil interrogatorio el cura trata de establecer con pelos y señales las circunstancias en que fue encargada la criaturita y la veracidad de la paternidad de quien dice ser su padre además del conocimiento que sobre esos hechos tienen los testigos y padrinos todo ello con frases de doble sentido salpicadas con latinajos cantados “en gregoriano” rimas y consonancias. Luego el cura procede al bautizo propiamente dicho poniéndole a la criatura los nombres más peregrinos que se les ocurran a los circunstantes. Algunas veces se leen partidas de bautizo previamente escritas y en otras hasta se aceptan capillitos impresos del acontecimiento.


    En seguida continúa la fiesta con baile bebida comida y la consabida tajada de guagua. No esta demás anotar que las caretas de guagua son muy variadas, siendo las más populares las que representan caras de bebés (guaguas), de turcos, de toreros, de manolas, de arlequines con su sombrero de cambucho, de cholitos con chullo etc.


    El parentesco de a mentira que se formaliza con las guaguas de todos los santos muchas veces se estima y se respeta mas que los parentescos de verdad, incluso algunas veces quienes fueron padres de una guagua de bizcocho terminan siendo padres de la s guaguas de carne y hueso (JGCM).


    Noviembre es el mes esperado también por la palomillada de muchachos de la misma lichigada (coros que están en una edad promedio) para salir a ganarse algunos centavitos. En la Arequipa de antaño, principalmente en los lugares cercanos a los cementerios como en Cayma o La Apacheta, o en los cementerios de los distritos tradicionales, (hay que recordar que antiguamente los cementerios estaban rodeados de campiña o en terreno descampado), los niños portaban desde temprano sus escaleritas y sus tachos con agua para ayudar a los fieles a llevarles un poco de agua a las flores que se iban a colocar. Hasta la actualidad todavía se puede apreciar esta costumbre en nuestra ciudad y en nuestro país.




    "Ha nacido la guagua más grande de Arequipa"



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    Así decía una singular noticia en el desaparecido diario "El Deber" del día 5 de noviembre de 1956, en los años 50 causó gran asombro entre los arequipeños, semejante hazaña, que pasamos a transcribir:

    "La guagua de bizcocho más grande de Arequipa elaborada con las características interiores propias de una criatura humana, con la diferencia de que las "vísceras" son de manjares , ha nacido en la Pastelería "La Perla" de Isabel Mendoza Cano, quién ha puesto en ejecución un novísimo método de su invención para evitar se cueza desigualmente la masa del cual está constituido el bizcocho.

    Está es la única vez que  en Arequipa , hasta el presente se ha fabricado una "guagua" de bizcocho de tales dimensiones 1 metro cincuenta de largo , cincuenta centímetros de ancho.

    La propietaria de la "Perla" , la elaboró por encargo de la familia Alfaro Rosas que a esta hora ya debe haber dado fin a la guagua en una fiesta de compadrazgo.

    Lo más curioso del caso es que en el interior de la guagua se ha imitado la distribución de las vísceras humanas, las cuales han sido imitadas, con mermelada de frutas y manjar blanco.

    Para evitar el desigual cocimiento del bizcocho, la señora Isabel Mendoza Cano, especialista en la elaboración de pasteles, tuvo que hacer uso de un método mantenido en secreto para hornear a la "guagua", que ya habiendo cumplido su misión de ser admirada y de contribuir a la alegría de una fiesta en su honor solo quedará en el recuerdo d e quienes la conocieron".


    Aviso comercial de 1958.

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    Caretas de "guaguas" las hace mujer de 76 años


    Todo empezó en el mes de noviembre de 1947, literalmente como jugando. Ella una menor de tan solo 9 años, única niña en su hogar, pues sus hermanos eran todos varones. No tenía caretas para jugar y se animó a hacer con mano propia sus diseños, esos que hoy son su orgullo y cada noviembre llegan a miles de hogares arequipeños.

    Los niños la retaban. “Juegas si tienes caretas, sino no”, le gritaban y Hortensia no sabía qué hacer. Su papá realizaba trabajos con yeso y entonces la curiosidad la llevó a descubrir un mundo del que no se apartaría jamás, el más querido hasta nuestros días.

    Recuerda claramente ese día. Puso un poco de yeso en su mano, le echo agua y lo empezó a moldear. No tenía punzones, pero sí mucha creatividad. En ese tiempo no disponía de pintura vegetal, como hoy si tiene y muestra en su taller de producción, su pequeño patio. Entonces no dudó en ingresar a su cuarto y sacar un poco de acuarelas, esas que sus padres le compraban como parte de sus útiles escolares. Así les dio una lección a sus hermanos y descubrió su talento de vida. Aunque sus caretas no tenías ni ojos ni boca, eran muy artesanales.

    Hortensia un día se paseaba por las calles cercanas a su barrio y un panadero la encontró en la tienda. Ella orgullosa de sus caritas de yeso y el panadero un curioso hombre que admiró el trabajo de esa niña. “Yo tenía varias caritas en una bolsa de papel de azúcar y el panadero me dijo donde las compraste y le respondí las hice yo misma. No quieres vendérmelas, yo te las compro me dijo”, asevera esta mujer próxima a cumplir 76 años, de ellos al menos 66 dedicados al trabajo de dar rostro a las guaguas de pan.


    UNA AMISTAD TRADICIONAL

    Pero sí las cosas hubieran sido planificadas, aunque esta artesana prefiere decir que fue de Dios. El panadero que le ofreció comprar las caretas fue Cipriano Vilca Gutiérrez, quien incursiono en el arte de la pastelería y dulcería. Fue este hombre quien dio forma al pan que hoy conocemos como guaguas y están presentes en las mesas reuniendo a familias a su alrededor.

    Vilca Gutiérrez fue quien puso su panadería denominada inicialmente como “Sol”, negocios que hoy sobrevive con el nombre “La Lucha”, reconocida por sus bizcochos dulces en forma de guaguas. Desde entonces Hortensia y don Cipriano fueron una dupla trabajadora a la que hoy podríamos decir tradicional.

    A los 10 años Hortensia incursionó en este negocio. Aceptó vender caritas hechas en yeso y pintadas con acuarelas. Con los rostros más pequeñitos, pues eran los solicitados por los años 50 en la ciudad. Un día su progenitor la descubrió haciendo sus obras de artes, pero no la regañó, por el contrario, este decidió fabricarle moldes que dibujaban el rostro de un bebe. Por iniciativa de Cipriano Vilca accedió a pinturas vegetales para estilizar su trabajo y así sus diseños mejoraron considerablemente.
    Sus inicios fueron tan buenos que rápidamente esta mujer se abrió las puertas de las panaderías y pastelerías más importantes de nuestra ciudad,  como “Las Américas”, “Astoria”, “Fanor”, “Don José” y desde siempre y hasta ahora de “La Lucha”.


    TODA UNA VARIEDAD DE TAMAÑOS Y DISEÑOS

    La creatividad no tiene límites, eso lo tiene claro doña Hortensia, quien solo de las caretas más pequeñas tiene hasta 50 modelos, ella distingue claramente unas de otras. Sus rostros no son discriminadores, más bien integradores.
    Tiene rostros de bebés con gorros, con chullos o simplemente mostrando el color del cabello, entre café y castaño. Fue a fines de la década del 60’ cuando a las caritas pequeñas se adicionaron más tamaños, desde entonces tiene hasta numeradas del tamaño N° 1 hasta el N°8, de pequeño a grande.

    Mientras agarra un poco de yeso listo para moldear, esta mujer demuestra que a su edad no pierde el talento. Es detallista, pide pincel de distinto tamaño y textura para pintar las caretas y las pinturas están seleccionadas en pequeños recipientes. Ella lo tiene todo pensado, la combinación de colores y hasta los grafismos para adornas gorros o chullos.

    Entre sus diseños se puede apreciar más rostros de varón, pero no faltan caritas de mujeres. Y como toda mujer le gusta verse elegante, entonces tiene moldes de yeso donde se aprecia el rostro de una señora con sombrero, estilo europeo, o simplemente con el cabello color café, toda una obra de arte.

    Hortensia hoy tiene tres hijos varones y una mujer. Cuando el trabajo se intensifica todos ponen manos al yeso o cogen pinceles para empezar a replicar las obras de su progenitora. Ella es quien año a año no deja de innovar y saca más modelos, elabora sus propios moldes. Algunos de sus 11 nietos también se unen al trabajo, que para ellos resulta un agente de relajamiento. “Concentrarse en detalles de la carita te desestresa”, confiesan los hijos engreidores de Hortensia.

    SU TRABAJO Y HOBBBIE

    Es en el mes de setiembre que los pedidos de mayor cantidad se intensifican para Hortensia. Le piden por miles. La labor se prolonga hasta la quincena de noviembre. Ahora mismo está terminando un pedido de 1000 caretas, con las cuales terminará el año productivo de este su trabajo y también su hobbie o pasatiempo.
    Pero el resto del año no descansa, pues a pesar que no existen pedidos, inicia la producción con miras al próximo año, así se mantiene ocupada. Solo entre febrero hasta abril se da unas merecidas vacaciones.

    Artículo en el Diario El Pueblo del 01 de Diciembre de 2014.


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    Jugando con las Caretas


    Los niños en el mes de noviembre  esperaban con ansia  a las guaguas de bizcocho, tradicionalmente  eran vendidas unas de menor tamaño, ellas  tenían un tipo especial de careta con las que se podía jugar todo el mes, teniendo así verdaderas competencias  en la calle, en el colegio  o en cualquier lugar que tuviese  un piso de tierra donde poder jugar  ¿Pero cómo era el juego?


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    Se hacía un dibujo en el suelo  , que tenía la forma de una "H" al cual le llamaban "cacho" el cual tenía las puntas abiertas a los lados. Los jugadores desde una raya a unos 3 metros tiraban uno por uno, su careta, hacia el "cacho" ; el que se acercaba más a la raya central , jugaba primero.

    Todas las caretas se le ponían en las manos que se juntaban y "chocoleaban"  , luego se tiraban al suelo; las caretas que caían con la cara hacia arriba, las ganaba el jugador, mientras las que caían  boca abajo seguían en el juego. Sucesivamente lo hacían los demás jugadores hasta que no quedaba ninguna. Antiguamente las caretas eran muy bonitas hoy se ha perdido mucho de ese arte algunos niños juntaban  una bolsa de caretas  después de "calapichar" a los demás.









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