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    En el calendario católico de la Arequipa tradicional, no existe una sola semana en el año, tan llena de recogimiento público y las manifestaciones religiosas de la feligresía, como la Semana Santa. Advirtiendo que hoy, la observancia de los días santos no es tan rigurosa como en la Arequipa de antaño, veamos cómo discurrían.


    Jueves de Pasión, en Arequipa, se ha rescatado una devoción que se había creído perdida entre los años. Este jueves anterior al Domingo de Ramos, se marca con el Recorrido Procesional de Nuestra Señora de los Dolores, apodada "La Napolitana", porque fue traída desde Nápoles (Italia) en el Siglo XVII, además de ser la 1° Dolorosa en haber recibido una Coronación Canónica en el Perú. Días previos a su día central, se reza la Setena Dolorosa y el día Viernes de Dolores, se lleva a cabo su Misa de Fiesta. Todo es organizado por la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores. Se la venera en la Parroquia y Convento "Nuestra Señora de Montserrat - La Recoleta", ubicado en el Barrio "Antiquilla" del distrito de Yanahuara.

    Desde el año 1981 hasta el año 2010,1​ Nuestra Señora del Patrocinio "La Virgen de Triana", imagen tallada por el Padre Víctor,2​ el Capellán del Monasterio "Santa Catalina" (que también impulsó la devoción a esta imagen), presidía los actos iniciales de la Semana Santa el Jueves de Pasión o de Dolores, celebrando la Misa Solemne y en seguida la Procesión de la imagen, contando con la presencia del Colegio del Sagrado Corazón, cuyos alumnos vestían capuchas y trajes de color blanco, al estilo sevillano. Pero, por los objetivos pastorales del capellán, que tenía cada vez menos tiempo de organizar los actos de culto y por el número de fieles que no era tan numeroso, desapareció esta tradición. La talla de la Virgen es venerada en el Templo y Monasterio "Santa Rosa".

    Viernes de dolores: En este día anterior a la Semana Santa, en los diferentes templos de Arequipa, se rinde honor a la Virgen de los Dolores, como es el caso del Monasterio de Santa Rosa, donde se realiza el rezo del "Vía Matris" que conmemora los dolores de la Virgen; mientras que a las 18:00 horas, se realiza en la Plaza de Armas el Via Crucis Arquidiocesano, con la participación de todas las órdenes, organizaciones y grupos religiosos que existen en Arequipa, siendo presidido por el Arzobispo de la ciudad. En Cayma, sale en Procesión la imagen de Nuestra Señora de los Dolores del Santuario "San Miguel, arcángel".

    Sábado de Pasión: Un día antes del Domingo de Ramos, del Centenario Mercado "San Camilo" (antes Templo de "La Buena Muerte" de los Padres Camilos, derruido por el terremoto de 1868), sale el Recorrido Procesional del Señor del Perdón, imagen que se encuentra en la puerta principal del mercado, talla realizada por el escultor Valentín García Quinto en los años 60 (hecha íntegramente en madera, midiendo aproximadamente 1.70 m). En un comienzo, el Señor salía acompañado de la Virgen de las Angustias, pero como ella reside en el Templo de San Francisco, se mandó a hacer una imagen propia, la que actualmente conocemos como Nuestra Señora de la Amargura "La Consumata", imagen tallada por el escultor arequipeño Víctor Paredes Polanco, capellán del Templo del Monasterio de Santa Catalina. A ambas imágenes, los comerciantes y vendedores del centro de abastos les tienen mucha devoción, por lo que en el año 1969 logra fundarse la hermandad ​ y actualmente ultiman los preparativos para la Procesión, la cual, llega a realizarse aproximadamente a las 17:00 horas, oficiándose al día siguiente, Domingo de Ramos, la Misa de Fiesta seguida de la Procesión por el interior del mercado. De igual manera, se realiza en la Octava, el Domingo de Resurrección.



    Fotografía coloreada que muestra al templo San Juan Bautista de Yanahuara  un domingo de ramos. Base fotográfica , fotografía de 1920.

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    El domingo de Ramos los arequipeños concurrían a los templos a escuchar misa, portando palmas, cruces tejidas con "cogollos" de palmeras, ramos de laurel o de cualquier otro vegetal apreciado. Después de bendecidos y recordando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, los ramos eran enarbolados y agitados entre cánticos y rezos, mientras el Santísimo procesionaba por dentro del templo, en medio de una nube de incienso y en una custodia de metales y piedras preciosas. En la Catedral la ceremonia era mucho más solemne y extensa porque se verificaba La Reseña, en que los sagrados oficios los desempeñaban el Obispo y los venerables deanes del Cabildo Eclesiástico. Muy concurridas también eran las Iglesias de Santa Teresa y Santa Catalina donde procesionaban imágenes de Jesús montado en un borrico y primorosamente vestido por las monjitas de sus respectivos conventos. Al regresar las familias a sus casas, acostumbraban clavar las verde amarillas cruces tejidas con palma, o las cruces que hacían con los ramos benditos, en la parte posterior de lapuert'icalle o en el dintel que la encimaba; para que "no entren" a sus hogares: brujerías, envidias, enfermedades, ni maleficios de ninguna clase.




    Este día, marca el comienzo oficial de las actividades de la Semana Santa. Por la mañana, sale el Señor de Ramos de los 3 monasterios que existen en Arequipa: "Santa Rosa" (Orden Dominica), "Santa Teresa" (Orden Carmelita Descalza) y "Santa Catalina" (Orden Dominica), mientras que en Yanahuara, el Señor Triunfante recorre el distrito montado en un pollino. Posteriormente, se procede a escuchar la misa en los diferentes templos de la ciudad, y al mediodía, se oficia la Misa de Fiesta en honor al Cristo de la Caridad. En nuestra Basílica Menor, se bendicen los ramos, hechos artesanal mente de romero, olivo y palma, adquiridos en los exteriores de los templos al igual que las cruces de madera con el rostro de Cristo en bulto. 

    Por la tarde, sale en su Recorrido Procesional anual la imagen del Señor del Gran Poder, réplica de la imagen homónima de Sevilla, esculpida por Valentín García Quinto en los claustros del Templo y Convento "San Francisco", ubicado también aquí, en Arequipa y va acompañado por su madre, Nuestra Señora de las Penas, imagen traída de España por Monseñor Rodríguez Ballón en 1965. El cortejo sale de la "Basílica Catedral de Arequipa".


    El Lunes Santo, las imágenes religiosas de todos los templos lucían cubiertas por extensas telas de color morado o negro. Así quedaban toda la semana. Desde ese día también la mayoría de las personas vestían de negro, es decir "de luto". Igualmente, en varios templos se empezaba a rezar "el quinario" el Lunes Santo. Los caballeros que tenían esa devoción se enclaustraban por tres días en los conventos de San Francisco y La Merced para hacer ejercicios espirituales (el retiro los preparaba mejor para comulgar en "pascua florida"). Por la tarde, los fieles en multitud procesionaban al Señor de La Caridad y a otras imágenes sagradas del Templo de Santa Marta, por las calles de la ciudad. Es de advertir que del Lunes Santo al Día de Gloria de Resurrección se silenciaban todas las campanas, llamándose al culto con matracas; no se tocaba música que no fuese sagrada; no se "levantaba la voz" por ningún motivo; no se permitía a los niños dar risotadas, jugar a la pelota o reñir entre ellos porque las abuelas consideraban que se convertían en "diablos curesmeros" que se "alegraban" del sufrimiento del Señor, o que le pateaban su cabeza o lo mortificaban; muchas familias hacían ayunos voluntarios o se abstenían de comer carnes, reemplazando sus comidas cotidianas por caldillos de huevos o de verduras, ajíes de pan, de lacayote, de calabaza, papa o fideo al horno, cauche de queso, torrejas de diversas verduras.

    Fotografía: Diario Correo


    En este día, sale en Procesión del Templo "Santa Marta", el Cristo de la Caridad, Patrono Jurado de Arequipa.

    Esta imagen fue un obsequio hecho por el Rey Carlos V de España a pocos años de que Arequipa fuera fundada (1540)​ en un lienzo que está ubicado al reverso del estandarte de la ciudad y de una imagen en bulto que estaba en una ermita ubicada en la ranchería de San Lázaro, que servía para adoctrinar a los indios del lugar. Luego, en el año 1566,6 la imagen fue trasladada a la Sala de la "Caridad", que estaba dentro del Portal del Cabildo (hoy Portal de la Municipalidad) y que servía de refugio para los pobres y menesterosos.7​ De allí es llevado a la Ermita de Santa Marta (actual Parroquia de Santa Marta, siglo XVI) y se data que la primera procesión ocurrió un 5 de marzo de 1684​ en la que llegó por primera vez a la Plaza de Armas y desde aquel año lo hace ininterrumpidamente cada Lunes Santo.

    Su festividad comienza el Quinto Sábado de Cuaresma, día en que se realiza la Tradicional Bajada9​ del Cristo y se le eleva a sus andas, de allí se realiza un solemne quinario y culmina con la Misa de Fiesta, que es celebrada el Domingo de Ramos, oficiada por el Arzobispo. Al caer el crepúsculo, sale en Recorrido Procesional acompañado por el Señor Jesús Nazareno, Santa Marta (una de las primeras patronas de Arequipa, protectora contra los terremotos), San Juan, apóstol y Nuestra Señora de los Dolores (una primigenia Virgen de los Dolores que salía en una carroza y que acompañó al Cristo hasta el año 2004, desde el año 2005 hasta el año 2010 lo hizo Nuestra Señora de la Encarnación11​ y desde el 2011 hasta el día de hoy lo hace la Dolorosa restaurada, que data del siglo XVI12​). Antiguamente, el Señor ingresaba a los monasterios y conventos existentes en la ciudad y se cantaba el salmo 50, popularmente conocido como "El Miserere". Algunos rasgos de la tradición han desaparecido (se ha rescatado el tradicional ingreso al Monasterio de Santa Teresa, el año 2015 lo volvió a hacer), al llegar a la Plaza de Armas, el Cristo recibe homenaje por parte de la Municipalidad Provincial de Arequipa en "El Portal de la Municipalidad" donde se entonan los Himnos del Perú y de Arequipa, y es llevado con pompa y solemnidad por las autoridades locales, por los miembros de la Policía Nacional del Perú, así como los Marinos de Guerra, quienes, con su banda, entonan marchas fúnebres para acompañar el recorrido. Además, la mayordomía de Fiesta y Procesión está a cargo de instituciones civiles y militares.

    El Cristo de la Caridad, por Resolución Municipal N° 1215 del 20 de marzo de 1991 es declarado como “Patrono y Protector Jurado de la Región Arequipa" y se le otorgó la Medalla de Oro de la Ciudad,​ así como de diversas distinciones que las instituciones le brindan.

    En el Lunes Santo del año 2012, el actual Alcalde de la ciudad, Dr. Alfredo Zegarra hizo la entrega de las "Llaves de la Ciudad" a la Imagen del Cristo de la Caridad, como Patrono Jurado de nuestra ciudad, en el homenaje de las autoridades14​ y el respectivo cambio de mayordomía.

    El Templo de Santa Marta, lugar de residencia del Cristo, ha soportado varios sismos, y con el último movimiento telúrico del 2001 ha quedado seriamente dañado, por lo que en los últimos años la Procesión ha salido por la puerta lateral (hasta el año 2013 salía por la puerta principal) y en una ocasión (año 2014) el recorrido comenzó desde el Templo del Monasterio de Santa Teresa.

    El Cristo de la Caridad, por ser una imagen que concita gran devoción en el pueblo arequipeño, participa de distintas actividades extraordinarias que organiza el Arzobispado como son la Misa de Clausura por los 400 años de la Arquidiócesis de Arequipa​ (2010) y el Año Jubilar de la Misericordia18​(2015).

    Lignum Crucis

    La Hermandad del Cristo de la Caridad custodia la Reliquia del "Lignum Crucis", verdadera astilla de la Cruz de Cristo, que fuera entregada por S. S. Pío XII a José Luis Bustamante y Rivero, quien la trajo a la ciudad y se la dio al Padre Ireneo De Madariaga, quien, al final de su vida, la entregó en custodia a este Movimiento Laical de "Santa Marta". Esta Reliquia, también la poseen los Templos y Conventos "Santo Domingo" y "San Francisco" y el Templo de "La Compañía De Jesús".


    Martes Santo

    Nota: Por la mañana, en la hoy "Basílica Menor de Arequipa", el Arzobispo realiza la Misa Crismal, donde se bendice el Santo Crisma y el clero y los religiosos de la ciudad renuevan sus promesas sacerdotales. En Yanahuara, en horas de la tarde, se da lugar el Recorrido Procesional del Encuentro, en el que el Señor Jesús Nazareno, San Juan, apóstol, La Verónica y La Virgen Dolorosa recorren el perímetro de la plaza principal del distrito. Mientras que en el centro de la ciudad, del famoso Templo de "La Compañía De Jesús", sale la Procesión llamada "La Pasión y Muerte de Nuestro Señor, Jesucristo", que está conformada por las imágenes del Señor Jesús Cautivo, talla que viste de blanco, que lleva el escapulario trinitario únicamente para el Martes Santo y que es acompañado por la banda del Colegio "San José", del Señor Justo Juez, imagen antiquísima del Siglo XVII, traída de España, cargado por encapuchados penitentes vistiendo trajes de color púrpura al estilo de Sevilla, denominados "La Hermandad Escarlata", del Señor Jesús De Nazareth, del Cristo de la Buena Muerte, atribuido al salmantino Bernardo Pérez De Robles y cerrando el cortejo, va Nuestra Señora de la Esperanza "La Macarena", que se unió a la procesión en 1949, talla traída también por los padres jesuitas. Al finalizar el Recorrido Procesional, el Arzobispo oficia la Misa.


    Por la tarde del Martes Santo se realizaba La Procesión del Encuentro en Yanahuara, en que Jesús en andas portado y acompañado por sólo varones se "encontraba" con la Virgen María y María Magdalena que eran llevadas por todas las mujeres que asistían por otro borde de la Plaza de la Villa. Previo sermón del párroco, las imágenes que estaban colocadas frente a frente, eran levantadas e inclinadas entre sí bajo una lluvia de flores. Luego, fundidos en un solo torrente todos los fieles e imágenes avanzaban hasta repletar la solitaria, como abovedada nave de la Iglesia de San Juan Bautista, conocido popularmente como San Juan Ccalato. Por la noche salía, en la ciudad, de la Iglesia de la Compañía de Jesús, la procesión del Señor cautivo, del Justo Juez y de la Virgen Macarena. Como sucede hasta ahora (aunque antes en mayor número) diversos feligreses acompañaban esta procesión descalzos,, cargando al hombro cruces de madera de tamaño natural y escondiendo su identidad bajo puntiagudas capuchas. Como era de rigor en ésta, como en las otros procesiones, salían por el centro de la calle precediendo a las andas, los integrantes de las hermandades, cofradías y demás organizaciones pías con sus estandartes, escapularios y -otros distintivos; además, claro está, de los que acompañaban en hileras sobre las aceras alumbrando con sus velas y de quienes, en tumulto y confundiéndose con los músicos de la Banda del Ejército, caminaban detrás de la Virgen cerrando la procesión. La Macarena, llorosa y bellísima, era muy visitada durante toda la Semana Santa, preferentemente por mujeres que le rezaban, le contaban sus cuitas y se ponían a llorar con ella.



    El Miércoles Santo se sacaba en procesión al Señor de la Sentencia, venerada pintura del templo de la Merced.

    El tañido de las campanas del Templo y Convento "Nuestra Señora de la Merced" anuncian la salida del lienzo del Señor de la Sentencia, magnífica obra de algún artista español apodado "El Divino", que representa la escena, según algunos, de Jesús siendo juzgado ante Caifás, mientras que otros, dicen que es Jesús ante Poncio Pilatos, su esposa prócula y algunos guardias. Dicha imagen es acompañada por Nuestra Señora del Consuelo, conocida como "La Mercedaria" y por San Juan, apóstol. Años atrás, el Señor de la Sentencia era acompañado por el Cristo del Auxilio (el cual, formaba el Calvario junto con La Dolorosa y San Juan, anteriormente mencionados), mientras que la Virgen salía en la madrugada del Sábado de Gloria en una Procesión exclusiva de varones, los cuales, iban vestidos de luto y entonando el canto "¿Hasta Cuándo, hijo Perdido?". Actualmente, el Recorrido Procesional es organizado por la Orden Mercedaria, junto con la participación del Ejército Peruano (que tienen bajo su protección a la Virgen de las Mercedes), de los Jueces y Fiscales (por ser el Señor de la Sentencia el Patrono de los Juzgados y de quienes buscan paz y justicia) y de la feligresía en general. Al finalizar el recorrido, se oficia una Misa celebrada por el Arzobispo. En Distritos como Tiabaya y Paucarpata, se realizan las célebres "Procesiones del Encuentro", resaltando las imágenes de Jesús Nazareno (que procesiona en la "Fiesta de Cuasimodo") y la del Señor de la Amargura (el Protector de Arequipa, cuya Festividad es el Primer Domingo de Cuaresma).

    En Cerro Colorado, se realiza la Procesión del Encuentro en la que participan las imágenes del Señor Jesús Nazareno de Cerro Viejo (que procesiona el IV domingo de Cuaresma) y Nuestra Señora de los Dolores de la parroquia homónima, ubicada en la Plaza Las Américas.



    Fotografía: Diario El Pueblo


    Jueves y Viernes Santos no circulaban carretas, birlochas, tranvías "de sangre" (armatostes sobre rieles halados por caballos percherones que hicieron el transporte público en Arequipa, entre 1871 y 1913), ni siquiera jinetes a caballo o burro y, en las calles, se dibujaban las figuras negras de los atribulados viandantes que en las veredas y muros de blancos sillares parecían silentes hileras de hormigas compungidas.

    El Jueves Santo, por devoción de unos caballeros se ofrecía un banquete a doce pobres de la ciudad, previamente seleccionados. Los doce pobres eran además obsequiados con ropas nuevas y "una limosna". Luego se los trasladaba a La Catedral donde, previo sermón alusivo, el señor Obispo de rodillas les lavaba los pies, delante de las autoridades políticas, militares, civiles y religiosas y una numerosa grey. Aunque con más sencillez, ceremonias similares de "lavado de pies" se realizaban en San Francisco, la Recoleta y San Antonio de Miraflores. Por la tarde, en todos los templos y capillas de la ciudad se celebraban misas de comunión general. Especial carácter revestía la comunión general en San Francisco y La Merced, donde los primeros en recibir la Sagrada Forma eran los honorables caballeros que salían del enclaustramiento en que habían hecho "ejercicios espirituales" desde el Lunes Santo.


    Nota: El jueves Santo, no hay procesiones, pero, se visitan los monumentos alegóricos en honor al cuerpo y sangre de Cristo, organizados en cada templo arequipeño:

    El Pelícano Eucarístico es visitado en la "Basílica Menor de Arequipa", y en este mismo recinto como en otros Templos de la ciudad se realiza la homilía conmemorando la "Última Cena", dando inicio al Triduo Pascual y el tradicional "Lavado de Pies",19​ efectuado por el Arzobispo de Arequipa como símbolo de humildad y de amor fraterno20​ ante 12 adultos mayores que representan a los 12 apóstoles.

    Nuestra Señora del Amparo del Templo y Convento "San Francisco" es expuesta para su respectivo besamanos.

    En "Santa Marta", el Cristo de la Caridad recibe la masiva visita de los fieles, porque ahora, lo tienen más cerca, ya que ha bajado de sus Sagradas Andas para ser venerado.

    El Templo y Convento "Santo Domingo" ya cubrió sus imágenes con telas moradas en señal de luto.
    Para el almuerzo, se degustan los tradicionales postres (arroz con leche y las mazamorras morada y de chancaca) y los platos hechos de pescado y carnes, tales como los chupes y entradas típicas de la culinaria arequipeña. Ya adentrada la penumbra, se realiza el tradicional recorrido de las 14 Estaciones, mientras que la Plaza Mayor de la ciudad y sus calles aledañas lucen abarrotadas de comerciantes y devotos, ya que la gente se prepara para la Festividad Central: el Viernes Santo.

    Imagen, Diario El Pueblo 1956.

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    A las seis de la tarde el Prefecto del Departamento, "presidiendo a las Corporaciones" y secundado por una Guardia de Honor comenzaba el recorrido de "las Estaciones". La población, organizada en grupos familiares, de amigos o de vecinos recorría las iglesias y capillas de la ciudad entre el recogimiento de los mayores, las miradas furtivas de los enamorados y el alegre retozo o el cansancio y aburrimiento de los niños. No faltaban algunos penitentes que hacían el recorrido cargando piedras, sillares o cruces de palo. Cada llegada a un templo era acompañada de las exclamaciones de admiración y sorpresa de los caminantes que, desde la puerta principal abierta de par en par-, divisaban el Monumento preparado, según los casos, por las monjas, frailes, legos, cofrades, beatas o sacristanes. Las alegorías escenográficas simbolizaban la institución de la Eucaristía, con imágenes de corderos degollados y sangrantes, cálices, o palomas de blancas plumas o cuadros vivos de la Ultima Cena. Todo profusamente alumbrado y decorado con flores, tules y cortinas. Según su fortaleza y voluntad los fieles, previa promesa o costumbre, recorrían cinco, diez, doce o más estaciones.


    Antes o después de recorrer estaciones, las familias de acuerdo a su tradición particular acostumbraban a servirse las mazamorras. En todas las casas las hacían de tres tipos: la de harina con chancaca, el arroz con leche y la mazamorra morada con frutas secas, estas delicias se acostumbraba a acompañarlas con bizcochos de natilla y canela de la celebrada pastelería de "Caga Lucho". La tradición y las buenas maneras hacían que las familias se convidasen entre sí las mazamorras, esperando -con legítimo orgullo- que las propias resultasen más ricas que las demás.



    Nota:  Hace ya mucho que las mazamorras son consumidas también en la tarde del viernes Santo en muchas familias arequipeñas.

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    El Viernes Santo la fuerza de la costumbre imponía no lavarse, ni peinarse, hablar poco y en voz queda. El ayuno era colectivamente acatado y los compungidos pobladores reprendían suavemente a los "ccoros" que no entendían de esas devociones con expresiones como éstas:


    -              No peguís al Señor ¡gua!
    -              ¿ No podís callarte? estáis gritando al Señor en su agonía.
    -              Ya pue, no juguís, ¡hereje!


    El Viernes Santo se estilaba conseguir yerbas benditas. En realidad a todas se las consideraba como tales, particularmente a las silvestres. Las gentes se premunían o compraban en la Plazoleta del Mercado hojas o gajos de eucalipto, romero, hinojo, arrayanes, tiquil-tiquil, cardosanto, achicoria, borraja, adormidera, espina 'e'perro, matecllo, malva, ortiga, paico, ruda, saúco, toronjil, sábila  y tantas otras. Conseguían también para procurarse la buena suerte herrajes, guayruros,patas de conejo y frites de exóticos colores, con las ramas más grandes y aromáticas, barrían sus casas, especialmente "las dormidas" (así llamaban a los dormitorios) para alejar las enfermedades y aromatizarlas. Con ese mismo propósito algunos solían encender pequeños braceros en los que quemaban incienso.

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    Nota: En  San Lázaro barrio antiguo de la ciudad  las cruces hechas de ramas de  sauce eran  confeccionadas de singular manera  para ser colocadas detrás de las puertas  acompañadas de ramitas de arrayán y romero , estas cruces eran también confeccionadas  el viernes santo .. en especial tradición en algunas familias de san Lázaro próximas a Chilina donde se podía conseguir todo este material .......está tradición también es compartida con el Pueblo Tradicional de Yura, salvo que en este desde temprano los pobladores  salen al campo a recolectar las ramas de sauce para confeccionar cruces que adornan con flores de la zona, las cuales deben ser colocadas antes del mediodía en la puerta de ingreso de la casa. 


    Cruz de Sauce en Yura


    Pequeñas cruces en las puertas,  San Lázaro

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    Las señoras de campanillas enviaban a los templos sus reclinatorios y alfombras" personales, con sus criadas, para que los ubiquen en los lugares más destacados.


    En aquellos tiempos el almuerzo se servía al mediodía, pero el Viernes Santo se lo adelantaba a las once de la mañana. Consistía en un chup 'e 'viernesque ese día tenía su día de gloria, a pesar que generalmente se lo servía todos los viernes del año. El chup 'e 'viernesexhala su sabor característico atemperando la agresividad de las machas frescas o secas, los trozos de pescado y el ají colorado; con la jugosa templanza de la leche* el queso fresco azangareño y una serie de verduras entre las que brillan las habitas tiernas y desnudas. Las familias con mejores posibilidades económicas preferían servirse un chupe de camarón, que con sus impresionantes crustáceos de roja caparazón, sus racimos de cau-cau y su rama de watacay; es también un chup'e'viernes, pero de gran Pontifical.


    Cau - Cau

    Chupe de Viernes.

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    Antes del mediodía la población acudía a los templos para escuchar el "Sermón de las Tres Horas", dicho por el orador de su preferencia. Con días de anticipación se publicaba en los templos y en los periódicos de la localidad, los nombres de los sacerdotes que predicarían en La Compañía, Santo Domingo, San Francisco, La Merced, Santa Catalina, Santa Teresa, Santa Rosa, San Antonio de Miraflores, Yanahuara, Cayma, Sachaca, Paucarpata, Sabandía y Quequeña. Había "picos de oro" para todos los gustos: gongorinos, reflexivos, dramáticos, truculentos y hasta didácticos. A las doce del día empezaba el Sermón de las Tres Horas y, como todos los años, la población sometía sus oídos y sus conciencias al azote verbal de los predicadores y, cuitados, escuchaban reverberar en las naves, la voz ora centelleante, era reflexiva y ora suplicante de los clérigos. En algunos templos los sacerdotes, asistidos por los sacristanes, y para dar mayor "realismo" a sus "oraciones sagradas" en las que acusaban implacablemente a sus escuchas de provocar con sus pecados los sufrimientos, pasión y muerte de Jesucristo; hacían representar el Gólgota, con el buen y el mal ladrón flanqueando a Cristo Crucificado, quien en el momento preciso expiraba -descolgaba la cabeza, sujeta de un hilo a distancia- . O también al Cristo crucificado comenzaba a manarle "sangre" del costado, por otro mecanismo didáctico e ingenuo. Sermones y representaciones conmovía al auditorio hasta las lágrimas. Después de las tres interminables horas en que los oyentes se evaluaban como receptáculos de Satán, relicarios del pecado e hijos inmerecidos del Patrón de los Ejércitos; salían del templo compungidos, escondiéndose de los demás y de sí mismos y admirando a aquél con que tanta elocuencia y desde el pulpito, les había señalado el íntimo crepitar de sus miserias humanas.


    Enseguida, en algunos templos que tenían la imagen adecuada de Cristo (articulada en los hombros), se verificaba la ceremonia del Descendimiento. Un grupo de miembros de la hermandad respectiva, vestidos con túnicas a la romana y premunidos de sábanas y paños blanquísimos, desclavaban brazo por brazo y los pies de una imagen de Cristo Crucificado y, con delicadeza y fervor extremos, lo depositaban en el Santo sepulcro. Entre acto y acto un religioso decía breves sermones alusivos. La Sagrada imagen, antes de ser puesta en la urna, recibía de los feligreses: flores, besos en los pies, rezos y súplicas.
                                      
                                         


    Cuando las sombras de la noche avanzaban y la luna llena empezaba a enviar sus rayos que, esa noche, parecían cubrir con mortaja blanquecina todos los paisajes, en las aldeas rurales de Arequipa salían diversos cortejos fúnebres con el Santo Sepulcro. Paucarpata, Sachaca, Cayma, emulando al Gólgota, sentían el paso fantasmagórico de sus rudos pobladores que, conmovidos por su fe, reverentes la desplegaban por sus callejas campestres.

    Pero era en la ciudad, esa noche de Viernes Santo donde se verificaba la más importante y multitudinaria manifestación religiosa de la Semana Santa arequipeña: la procesión del Santo Sepulcro que se venera en la Iglesia de Santo Domingo. Todos los asistentes vestían de luto riguroso. La gran mayoría de hombres con terno y corbata negros. Flanqueaban las calles las largas hileras de titilantes velas, que en Semana Santa eran de un color morado o verde obscuros. Por un lado iban sólo mujeres y, por el otro, sólo varones. Por el centro de la calle avanzaban los clérigos dominicos y los seminaristas. Grupos de jóvenes se turnaban para llevar, a distancias prudenciales, el anda con "los elementos de la pasión; la corona de espinas, el cetro de caña y los clavos de Cristo; el anda de "La Verónica" y la que portaba a San Juan, el discípulo amado de Jesús. Más atrás el "Lignum Crucis" era llevado, bajo de palio, por el Padre Prior de Santo Domingo. Luego, con paso mayestático avanzaba el Obispo que, literalmente, arrastraba el duelo con una capa extensísima y negra, que ayudaban a cargar varios seminaristas a manera de cauda. Escoltaban al Obispo, los deanes del Cabildo Eclesiástico con sus rostros rugosos, expresión solemne y portando grandes ciriales en sus añosas manos. El Prefecto de rigurosa etiqueta, o si era militar con uniforme de gala, llevaba enseguida el Guión al centro "de las Corporaciones": militares con uniforme y entorchados, magistrados con sombreros napoleónicos y levitas; el Alcalde de la ciudad, munícipes, catedráticos, de etiqueta y luciendo en el pecho las cintas y medallas que los identificaba. Enseguida venía, tambaleante, la urna con el Cristo yacente que era cargada por miembros de la Hermandad del Santo Sepulcro de Santo Domingo y que, de trecho en trecho, recibía una "lluvia" de pétalos de flores que le echaban desde balcones y techos.





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    Detrás de la imagen venerada, una muchedumbre compacta y dolorida avanzaba, entre rezos murmurados y sollozos apenas contenidos; mientras sonaban el jadeo monótono de la matraca y la melodía desgarradora del Miserere cholo que la orquesta y voces de la Sociedad musical de Santa Cecilia interpretaban con fúnebre y sobrecogido acento:

    "Señor... ten misericordia de mí, según tus piedades; que, cuánto importan por tuyas ¡Ay! ¡Ay! ¡ayayay, ayayayay! cuanto más tienen de grandes."


    Las hileras de velas titilantes seguían flanqueando el extensísimo cortejo, hasta que venía la Virgen Dolorosa, "lacrimosa", acompañada por la Marcha Fúnebre de Morán que interpretaba la Banda de Músicos del Ejército, y una multitud que se apretujaba como queriendo enjugar con sus rezos y llantos las lágrimas de la Virgen.


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    Entre los que vivían en el Beaterío, La Antiquilla, la Recoleta y Yanahuara, había la costumbre de regresar de la procesión "de la ciudá" y asistir a la del Santo Sepulcro que salía del Santuario del Señor de la Caña a eso de las once de la noche y se recogía pasada las dos de la madrugada. A la Hora Nona (la primera de la madrugada) del sábado y hasta las cuatro de la mañana aproximadamente, recorría las calles de la ciudad una procesión exclusiva de caballeros llevando en andas a la Virgen Dolorosa (que algunos llamaban la Virgen de la Soledad) del templo de La Merced. La varonil concurrencia se flagelaba así misma, cuando con voz arrepentida cantaba:
    "¿Hasta cuándo hijo perdido, hasta cuándo has de pecar? No me seas tan ingrato, guarda, pues, tu iniquidad."

    En el momento cumbre del madrugador peregrinaje y luego de haber  rezado un rosario con sus misterios y letanías completos; ofrendaban a la Virgen con el "te aclamamos", bellísimo canto a la Virgen que, con su coro y trece estrofas, constituye un valioso "Stabat Mater" mestizo y popular. Recordemos su coro y dos de sus estrofas:

    "Te aclamamos: abogada, Madre amada del Señor."
    "Blanco lirio de belleza; de pureza sin igual; 
    que perfuma con su esencia la existencia del mortal."
    "Te aclamamos: abogada, Madre amada del Señor."
    Contemplando, Madre mía, la agonía, la pasión; 
    se agobiaba tristemente tu doliente corazón."

    En la primera mitad del siglo XX se conmemoraba la resurrección de Jesucristo el Sábado de Gloria. A las nueve de la mañana se celebraba misa en todos los templos y, en el momento del Gloria, simbolizando la resurrección, se soltaba en el altar mayor una paloma blanca que emprendía vuelo. Acto seguido lanzaban sus alegres tañidos todas las campanas de la ciudad que por varios días estuvieron silentes; repiqueteaban los cohetillos chinos en todas las calles; tronaban los cohetes y petardos de las troyas extendidas en las inmediaciones de las iglesias expulsando su fragancia de pólvora quemada; las gentes se abrazaban de contento; las bandas de música trompeteaban la Marcha de Banderas mientras se izaban las banderas que estuvieron a media asta en todos los edificios públicos. Después de la Misa de Resurrección se reabrían todos "los comercios" que permanecieron cerrados desde el Miércoles Santo por la noche. Y, con alegría, el pueblo retornaba a la normalidad.

    En la noche del Sábado de Gloria "era la cosa". Los jóvenes preferían asistir a los "bailes de Pascua", que empezaban muy tarde "para quedarse hasta la amanecida". Los mayores, en cambio, tenían por predilección reunirse en verdaderos clanes familiares en la casa de la pareja a la que "tocaba el turno", Algunas familias tenían por costumbre reunirse en esta fecha en la casa del patriarca de la familia o, en su ausencia, de la matrona (en realidad uno u otra eran más mencionados como los "troncos" de la familia). Los "troncos" con todas sus "ramas" se amanecían conversando, cantando, bebiendo, riendo, bailando y, aunque en nuestros agitados días nos parezca poco práctico, cocinando el "Caldo de Pascua". No sé si la anónima matrona que bautizó como "caldo" a la más suculenta y exuberante manifestación de la culinaria arequipeña, estaba "chispeadita" o nos "quiso tomar el pelo". Por qué algo así tuvo que ocurrir para llamar "caldo" a este menjunje pascual, rápido por cuádruple partida, como que tiene que llevar cuatro carnes en abundancia: cordero, vaca, cecina (con una lengua por comensal, por lo menos) y gallina (de las de aontes, criadas en casa o chacra con maíz chanca-chanca y verduras picadas; de padres, esposo e hijos conocidos; y que por llevar una vida natural y feliz, botaban una sustancia como "para chuparse los dedos". A propósito de las gallinas para el Caldo de Pascua, era también una tradición festejar el considerar más rica a la gallina robada, por lo que, esa noche, los maltones de algunos clanes familiares, se encargaban de "cumplir" el cometido; y en todas las casas que tenían gallinas se redoblaba los cuidados de los gallineros). Además de las cuatro carnes, el "caldo" de Pascua tiene que llevar: yucas, papas, chuños blancos, racachas (por algunos llamadas "aracachas"), garbanzos, apio, nabo, ajos, un poco de arroz y hasta cebollas tiernas y rocotos o ajíes verdes cortados en "cuadraditos" para coronar, al momento de servir, el rebalsante plato. Para concluir diremos que los arequipeños de aontes, con la abstinencia, ayunos y penitencias mil a que se sometían en el curso de la Semana Santa, tenían el derecho a ganarse el cielo y, de paso, ganaban el derecho a "resucitar" con tan poderoso Caldo de Pascua.

    Esa madrugada se iniciaba el rito familiar de cocinar el caldo de Pascua, cuando se mandaba a los ccoros del clan a preparar con sillares o piedras y a prender un fogón con leña en el jardín, la huerta o el "patio 'e tierra" caseros. Simultáneamente las señoras se dedicaban a trozar las carnes, pelar las papas, yucas, racachas y, en fin, a preparar el famoso caldo, entre alegres conversaciones y con el aliento de los brindis espirituosos de los caballeros. A eso de las tres y media de la madrugada y después de haber colado el caldo ante la expectativa del clan, ponían las inmensas como pesadas ollas de fierro de nuevo en el fogón y las dejaban al cuidado de la empleada doméstica hasta que el caldo "Tome punto". Entonces partían todos a la Misa de Pascua que se iniciaba a las cuatro de la madrugada. En todos los templos se realizaba esta misa madrugadora, en la que confluían los tres grupos en que se dividía la población de Arequipa esa noche: los jóvenes que se recogían de los bailes, los clanes familiares que habían pasado en vela y juerga preparando el "caldo 'e pascua" y, los que preferían pasarla dormidos porque en sus clanes familiares se acostumbraba hacer el Caldo de Pascua para el almuerzo.


    Los tres templos más concurridos para la primera Misa de Pascua eran los de La Merced, Yanahuara y Cayma, por las "consecuencias" que seguían a las misas en estos lugares y que en seguida les refiero. Concluida la celebración eucarística, salían los feligreses del templo dándose de abrazos y deseándose "felices pascuas", en medio de una alegría generalizada. Enseguida salía en procesión la Virgen María que, acompañada por mujeres, tomaba un lado de la plaza. Luego avanzaba la Sagrada Forma al centro de una custodia preciosa, llevada por el sacerdote que había celebrado la misa, bajo palio y acompañada por los caballeros y entre fragancia de incienso, tomaba el otro lado de la plaza. Avanzaban por el perímetro de la plaza las dos procesiones hasta quedar frente a frente. Ahí el sacerdote levantaba la custodia lo más alto que podía y los del anda de la Virgen la inclinaban, de tal suerte que parecía que María se aproximaba a abrazar a su hijo resucitado, mientras repicaban las campanas y los cristianos se santiguaban. Convertida en una sola procesión, el gentío avanzaba triunfante hasta que la Virgen y Cristo transubstanciado entraban a la iglesia.

    Después, a golpe de bombo se callaban los presentes, y empezaba la desgañitada lectura del "Testamento de Judas".



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    La concurrencia ora silenciosa, ora carcajeándose, escuchaba una retahila de tomaduras de pelo a los más característicos y populares vecinos y festejaba - como si fueran propias - las "ocurrencias" y críticas sarcásticas que hacía a las autoridades del poblado el vecino y anónimo escriba que se escudaba en "Judas". Terminado el Testamento (que en la ciudad se realizaba en el barrio popular de "Las Siete Esquinas"), se procedía a quemar a Judas, representado por un aparato pirotécnico al que, por supuesto, no le faltaba ni la bolsa de las monedas de la traición. Como fin de ese largo amanecer, unos se metían a las chinganas de las inmediaciones para gratificarse con los consabidos Caldo de Pascua y adobo y, la mayoría volvía a sus casas donde ya tenían preparado ese caldo de los manjares o, donde, lo prepararían para el mediodía. Para los habitantes del extremo oriental de la campiña era de rigor el Domingo de Pascua, comer el caldo, holgar y espectar las peleas de toros en la bucólica Sabandía.




    Artículo en la Revista Mistiana 1973.



     Recorte del diario El Pueblo de Marzo 1974 .

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    Cuando hace más de cuarenta años la autoridad eclesiástica dispuso conmemorar la resurrección el domingo y no el sábado, convirtió al Sábado de Gloria en Sábado Santo, en el que, desde entonces, se realizan procesiones de la Virgen en diversos lugares, siendo la más concurrida la de la Virgen de las Angustias que sale de la Iglesia de San Francisco. En los últimos lustros se está implantando la tradición de representar, "en vivo" o sea personalmente, la pasión y muerte de Jesucristo en el distrito de Paucarpata, el día de Viernes Santo y ante concurrencia multitudinaria. Igualmente, en el último medio siglo y de acuerdo al explosivo crecimiento poblacional de Arequipa, se vienen multiplicando los lugares en que se realizan las procesiones y las quemas de Judas. Ello demuestra que las tradiciones de la Semana Santa arequipeña perviven aunque -obviamente- sin el rigor e intensidad de antaño.


    Nota: antaño los cines  principales de la ciudad ofrecían en su cartelera películas  sobre los pasajes de la biblia y la vida  de Jesús.




    Cartelera de los cines arequipeños en la semana santa de 1961. Recorte fotográfico Diario El Deber.






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    Fuente: 
    • Arequipa sus tradiciones y comidas típicas. Juan Guillermo Carpio Muñoz.
    • Notas: familias antiguas del barrio de San Lázaro.