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    El Nombre.

    Según el diccionario de arequipeñismos del doctor Carpio Muñoz, "Ccapero" proviene del quechua "ccapo": tola, arbusto de las alturas. El ccapero además de ser la persona que trabaja trasladando este arbusto, también es el integrante de una banda de músicos populares generalmente compuesta de trompetas, cornetas, saxofones, clarinete, taróla o redoblante y bombo.   


    Su nombre proviene del hecho de que estas bandas de caperos generalmente tocan en las fiestas religiosas, en la víspera de las cuales se ubican en círculo cerca del capo ardiendo, con el que se defienden del frío nocturno. Generalmente los caperos aprenden a tocar su instrumento cuando pasan como reclutas en servicio militar e integran la Banda del Ejército. Incluso, algunos ccaperos son al mismo tiempo integrantes de la banda militar. Este vocablo casi siempre se usa en plural y nunca ha habido la necesidad de usarlo en femenino. 

    El Festival.

    El 8 de agosto de 1984, el antiguo Instituto Nacional de Cultura bajo la dirección del doctor Juan Guillermo Carpio Muñoz, organizó por primera vez un  Festival de Caperos  en Arequipa, colocando en el escenario y ante la presencia de muchísimo público a estos queridos músicos populares. En palabras del doctor Carpio,  ....en una noche inolvidable en que el público que abarrotaba el Teatro Municipal no quiso dejar sus instalaciones y solo lo hizo cuando propuse que con los caperos, tocando nuestra música, avancemos a “tomar la Plaza de Armas” y así fue....

    El Doctor Carpio Muñoz grabó en un vinilo de larga duración  que acompañó a uno de sus libros, "Arequipa Música y Pueblo" a uno de los temas de los ccaperos con el título de la mayordomía.




    Fotografía que muestra un grupo de "ccaperos", en Characato , año 1904.



    Cartel publicitario del festival de 1984.


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    Discurso  pronunciado por el doctor Juan Guillermo Carpio Muñoz la noche del Primer Festival de  Bandas de Ccaperos: "Raíces de mi Pueblo".

    Si bien no se puede precisar la fecha de nacimiento de la música, pues ésta nace con el género humano mismo, sí podemos señalar en los términos más generales el itinerario biográfico de la música instrumental. Es indudable que la música vocal precedió a la música instrumental. Casi podríamos afirmar que el habla fue la primera forma de la música.

    Por prolongado tiempo, por lo menos en los pueblos que hoy conforman la cultura occidental, la música instrumental tuvo por función: enfatizar las melodías cantadas por las voces humanas. En la Grecia clásica, por ejemplo, la música de la lira, la cítara y el aulós servían para dar el tono y marcar el ritmo del canto o la declamación. En época del Imperio Romano, posiblemente por vez primera, la música instrumental logró cierta autonomía frente a la música vocal cuando la grandiosidad imperial exigió el desarrollo de fanfarrias y marchas militares que eran interpretadas por conjuntos numerosos de trompetistas, flautistas, cornamusistas y tamborileros. Caído el Imperio Romano y sumidos los pueblos de Occidente en el feudalismo más autarquizante, volvió la música instrumental a su papel secundario frente a la música vocal que, protagónica, se desarrollaba en el culto religioso. Pero ya en la alta Edad Media, con el desarrollo del comercio que erosionaba el orden feudal, fue la música instrumental ganando el cultivo de los villanos. En el siglo XIV algunos burgos germánicos tuvieron a sueldo pequeñas bandas municipales de músicos que interpretaban, básicamente, instrumentos de viento.

    La formación, muchas veces esporádica, de estas bandas, se expandió por toda Europa en los siglos XV, XVI y XVII. Principalmente en las fiestas de mayo, año nuevo y carnaval, se formaban espontáneamente estas bandas de músicos aficionados en la Europa de aquellos siglos. Fue tan grande este desa¬rrollo popular de la música para instrumentos de viento en la Europa de los siglos ya indicados, que impactó en el desarrollo mismo de la música académica. Las orquestas académicas de la época, básicamente integradas por instrumentos de cuerdas (clavicordios, cemballos, violas, laúdes, etc.) fueron introduciendo paulatinamente flautas, oboes, trompetas y trombones. En las óperas italianas del siglo XVII ya encontramos toda esta gama instrumental, aunque siempre como acompañante de la música vocal. Es el siglo XVIII el que marca la autonomía completa de la música instrumental académica. 

    cuando el magnífico músico italiano Antonio Vivaldi crea centenares de bellísimos conciertos para los instrumentos más diversos (trompetas, cornos, oboes fagotes, flautas, violines, violoncelos, etc.); y los no menos magníficos e importantes músicos germánicos: Juan Sebastián Bach, José Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart revolucionan la música de su tiempo con la armonía, el contrapunto y sus exquisitos desarrollos sonoros instrumentales. Este impacto de la música popular de instrumentos de viento en la configuración de la orquesta académica contemporánea, va a tener un clímax de expresividad artística con la música de Ludwig Van Beethoven, quien además de legar a la humanidad su profunda sensibilidad musical, dio configuración definitiva a la orquesta sinfónica contemporánea, agregando a los tradicionales instrumentos de cuerdas, los instrumentos de viento y, lo que es más interesante, armonizando las voces de estas dos grandes familias de instrumentos musicales. En este proceso, Vivaldi, Bach, Haydn, Mozart, Haendel, etc. tomaron para la música académica los ritmos populares de la música de sus pueblos: de Francia el courante, la gavota y el minuet; de la germania la alemanda; de la Provenza el rigodón de Inglaterra la giga; y de Italia y España la gallarda.

    Esta costumbre musical de las bandas de instrumentos de viento, tan cultivadas hasta la fecha en Europa; fue traída por los conquistadores y colonizadores europeos a nuestra América. Aquí, los distintos mestizajes de nuestra América terminaron por aclimatar estos conjuntos musicales y hoy, tenemos estas bandas diseminadas por todos los pueblos de nuestro continente. Desde el norte, donde las bandas de jazz amestizan en metales la dolorosa soledad de los "negro-spirituals". En México, donde se amalgaman con guitarras, guitarrones y voces en los conjuntos de "mariachis". Pero, sobre todo, en la zona andina de sud-América, donde parece que la reminiscencia de la música pre-hispánica a trocado el viejo tremolar de pututos, zamponas y huacrapukos, por la sonoridad y el color de las trompetas, tubas y trombones. En el Perú, prácticamente no hay pueblo andino o costeño que no tenga una banda de vientos, y tan pronto una marinera norteña o una diablada puneña vibran de enjundia mestiza en estos conjuntos musicales.

    En Arequipa, llave maestra del mestizaje histórico-social de la región andina sureña, estas bandas de músicos son personajes protagonices de la historia musical de nuestro pueblo. En los siglos XVIII, XIX y principios del XX, no había un acontecimiento cívico, religioso, patriótico, político y hasta do¬méstico que no contara con la música de las bandas de "ccaperos": procesiones, entierros, mítines políticos, serenatas y albazos, novenas, quema de castillos, entradas de ceras y de "ccapo", desfiles patrióticos, proclamaciones de alcaldes, bienvenidas a autoridades, peleas y corridas de toros, peleas de gallos, convites de mayordomos, fiestas de la cruz, marchas de penitencia, juego de carnavales, etc. de nuestra Arequipa: chola profunda que pudo crear el yaraví de refinadísima tristeza y el carnaval de desbordante alegría; conocieron de la música de las bandas de "ccaperos".

    Nuestras "Bandas de ccaperos", reciben esta denominación porque tal vez, al principio, aparecieron acompañando a los "ccaperos" cuando éstos entraban triunfalmente trayendo las ramas del "ccapo" para celebrar las vísperas de las fiestas religiosas de nuestros pueblos. O tal vez porque estos músicos populares tradicionalmente tremolan sus instrumentos alrededor de las piras de "ccapo", en las frías noches de verbena arequipeña y, bien, mientras la quema del "ccapo" y los ponches calientan por dentro y por fuera el cuerpo de los paisanos; la música de los "ccaperos" calientan con alegría el espíritu de los arequipeños.

    Hoy, para mí, es una de las noches más felices de mi vida porque alcanzo un viejo sueño: poner a estos músicos populares que con cariño llamamos "Bandas de Ccaperos" en el escenario más importante de la ciudad: el Teatro Municipal de Arequipa, y en un acto de reinvindicación histórica, decirles a estos músicos que deben estar orgullosos de ser portadores de la posta de la musicalidad de nuestro pueblo; y decirles a ustedes, queridos paisanos, que escuchando a nuestros músicos populares estamos viéndonos en el espejo bisela¬do por el alma artística de nuestro pueblo y, viéndonos en él, pareciera que perdemos nuestras identidades personales en el alma colectiva de sentirnos profundamente arequipeños.

    Agradezco y felicito vivamente al Instituto Nacional de Cultura Departamental Arequipa, dirigido por la Sra. Isabel Chirinos Soto y al Concejo Provincial de Arequipa, presidido por el Sr. Rafael Bragagnini Zapater, que han organizado y auspiciado este evento cultural de la más alta significación arequipeñista. MUCHAS GRACIAS.

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    "Los Ccaperos" Xilografía de Casimiro Cuadros. Diario El Pueblo 1942.


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    En el año 1987 otro gran arequipeñista, el señor Manuel Rodríguez Velásquez (MAROVE) periodista y prolijo escritor retrato de cuerpo entero en su peculiar manera de narrar, a los ccaperos y en el año 1987 ganó el concurso de periodismo que la desaparecida Mutual Arequipa organizó.


    Ccaperos en Cayma.

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    Los “Ccaperos” en 3 tiempos

    (Primer premio en el Concurso de Periodismo de Mutual Arequipa - 1987)

    Alegres sones musicales cabalgaron en la brisa matinal mientras en el cielo ruidosamente carcajeaban al estallar cohetes lanzados desde tierra. Y doblando una esquina de una callejuela empedrada y tortuosa, apareció el grupo de tocatas. Todos ellos vestidos de pobreza y algunos con sombreros encasquetados hasta el fondo para defenderse del frío. Otros usaban chalinas para defender su garganta y bronquios.

    - ¡Los "ccaperos", los "ccaperos"! - gritaron los rapazuelos vomitados a la calle por la novedad en el pueblo de labriegos, tradicionalmente dormido en la monotonía de los días parecidos o iguales.Los perros ladraban haciéndoles coro.Julio Vilca, al paso de los músicos, abrió desorbitadamente sus ojos de 13 años de edad,asombrado y conquistado por la música. Y en su interior se forjó su promesa de algún día, formar parte de una banda de éstas.

    Recientemente llegado de un poblado de Puno, empujado por la miseria y encandilado por imaginativos horizontes rosas y oros, se vino a Arequipa. Como esta banda de "ccaperos", antaño hubo muchas en la Ciudad Blanca. Se dice que cada distrito tenían la suya y que en “la ciudad" había muchas que competían entre ellas por reales y soles de 9 decimos. 

    Arequipeños de entonces rememoran a Eloy Escobedo y a José Mora. Al primero por sus viajes continuos a provincias con su banda y al segundo por tener su cuartel de operaciones en Pampita de Zevallos. En esos lejanos tiempos de dominio relativo de la radio por la escasa población y el privilegio delas vitrolas en casas de familia de los pobres, la alegría de los barrios y el jubiloso y deslumbrante sol que despejaba las sombras de apatía, melancolía y soledad de las villas, distritos y provincias de Arequipa. No faltaba jamás en las interpretaciones de estas bandas los huaynos, las marineras y, por supuesto los yaravíes de Melgar del poeta que troncó con su arte y su pasión amorosa, una decepción en eterno suspiro y quejido. No les faltaba, asimismo, la. música moderna como los fox-trot, los valses y las resbalosas.No había fiesta religiosa sin su presencia. Paralelamente, su director e integrantes, recibían estipendios suficientes para llenar la olla y comprar con "gordos" (monedas de dos centavos),sabroso pan y frescas legumbres.

    - Señora Pascula, déme un real de pan, mi yapita de molletes o tactitas y un poco de afrecho para los cuches. Y siete panes de tres cachetes, con un mollete y un poco de afrecho entregaba la panadera porsólo 10 centavos.

    ¡Qué tiempos aquellos! Julio Vilca, para hacer realidad su sueño, se matriculó en la Escuela Regional de Música. Y eligióel saxofón. Para entender sus clases, hurtaba tiempo a su trabajo de portero en otra escuela.Le dedicaba horas de descanso en el día y en la noche al instrumento que se mostraba reacio abrindarles sus secretos. Pero tanto porfió que insensiblemente los primeros ruidos fuerondulcificando su voz, emergiendo melodías de balbuceo subyugante. Los alumnos de la escuela donde trabajaba, se quejaron contra el portero y la Dirección lo obligó a cancelar su matrícula en la Región de Música. Fue cuando todas las noches, desde un humilde cuarto del pueblo joven Alto de San Martín, se desparramaban por esas soledades nocturnales, lasquejas de un saxo que Julio Vilca hubiera cambiado quizá por una milenaria quena.Vilca no recuerda cómo. Pero de pronto se encontró viajando como miembro de una banda de"ccaperos", a una provincia y encima de la carga de un camión.

    ¿Se ti hace tiu-tiu, pues puneñito? - preguntó el "ccascahueso" Rodríguez, natural de Characato. Un poquito, puis, replicó Julio.Y así como la banda de "ccaperos" de Eliseo Yánez, con Julio Vilca, en saxo Mateo Yánez enclarinete, Agustín Cornejo con la trompeta y José Talavera con el bombo, viajó por muchos lugaresde Arequipa.

    Éramos a veces seis músicos - recuerda Vilca - :dos baterías y cuatro instrumentos de viento.Elíseo Yánez era quien hacia los contratos, los devotos los buscaban en su domicilio de la calle 28 de Julio de nuestra ciudad. Luego recorrían Yanahuara, Cerro Colorado, Paucarpata, Characato, Sabandía, Quequeña, Socabaya, Los Tunales, Tiabaya, Zamácola, Yura, La Calera, Yura Viejo,Majes, Polobaya, Punta Colorada, El Monte, y otros sitios.- Ganábamos 200 soles cada músico. 

    Era por el año 65. La batería ganaba menos 150 más o menos. Eliseo Yañez era muy solicitado porque cobraba poco. Y como resultaba una banda económica,otros "ccaperos" les tenían ojeriza.Julio Vilca, con mejores ingresos pecuniarios, contrajo matrimonio y procreó tres hijos, a dos de los cuales, después de que prestaron servicio militar, enroló en la banda. Más tarde, con todo estoicismo soportó la infidelidad de su mujer y su fuga con otro hombre.- Tanto viajar y viajar descuidé a la paloma....Me dejó chiquitos a mis hijos. Desde ese momento fui padre madre para ellos.

    La inflación golpeó las puertas de los pobres, con mayor insistencia. Las solicitudes de servicios delos "ccaperos" disminuían.- Nos subieron el pago a 100 mil soles por dos días a Majes, Omate o Pocsi. Hasta 250 mil soles nos pagaban en tiempo de Belaúnde. Los Músicos recibían un trato poco generoso en los distritos de provincia de Arequipa.

    - En Tiabaya, en la víspera nos daban una botella de pisco. Nada más. Fuera nos tratan bien: en Pocsi, Piaca, Characato, Yura Viejo.Pero de vez en cuando, los "ccaperos" de Elíseo Yánez recibían magnífico trato.

    - Una vez en el fundo "Huampani", - relata Vilca - David Carpio mató una vaca para toda su familia,invitados y los seis músicos de la banda. Hizo parrillada y comimos mucho. Hasta repetíamos.Una vez concluidas las vísperas los "ccaperos", agotados de tanto tocar, se entregan al reposo.

    - En Yura Viejo dormimos sobre colchones nuevos.En otros sitios nos dan colchones de paja y una frazada y en otros nos tiran un par de cueros y una frazada. Por necesidad aceptamos todo. Casi todos lo "ccaperos" tienen otras ocupaciones. Los hay peluqueros, carpinteros, zapateros, obreros. Y ensayan individualmente.

    - Ya sabemos lo que nos piden y lo que debemos tocar en cada fiesta.Los tiempos van empeorando en su devenir. La violenta irrupción de los adelantos científicos y el progreso en todo orden de cosas, fueron arrinconando a los pobres "ccaperos". Al mismo tiempo,Julio Vilca y sus compañeros fueron envejeciendo. Profundas arrugas en los ojos y un rictus de amargura imprimió una tristeza indisimulada en sus labios.

    Elíseo Yánez, su director, murió de pulmonía fulminante cierto día. Contaba con 77 años. A su viuda le dejó un instrumento musical y una tremenda pobreza como herencia.Los "Ccaperos" de esta banda hicieron colecta para enterrarlo. Y cuando lo introducían al nicho lo lloraron tocándole. "Yo me voy a una tierra lejana...".Se endurecía la vida como una roca con el tiempo. Escaseaba el trabajo. 1986, un año de avaricia.

    - Estamos ganando ahora 250 intis por dos días... Cuando hay pedidos.

    La competencia agravó su mísera existencia pues aparecieron como ensalmo nuevas andas integradas por músicos egresados del ejército. Jubilados.

    - Un día vi que hacían contrato con un devoto en la  puerta del Lanificio, frente al reloj del mercado San Camilo, donde todos los días esperan clientes.

    La falta de trabajo fue de mal en peor. La desesperación hacía nudos en el pecho del viejo JulioVilca que si hubiera nacido en otra cuna, derrepente hubiera sido un artista.Un día retomó de La Tomilla, otrora pueblo tradicional de labriegos arequipeños de pura cepa ya criollados, presa y de dolor y protestando:

    - Han contratau a una banda de llave ¡de Puno!. ¡24 músicos y danzarines!.¿Qué tocaron en la fiesta de la Cruz?.

    ¡Doctorcito, la huanca, collahuada, huaca-huaca, en lugar de yaraví! 

    La protesta de Julio Vilca no hizo sino poner en evidencia un hecho que se reconoce con amargura disimulada: el Ande ha invadido nuestros pueblos típicos y ancestrales.

    - La necesidad nos obliga a seguir empeñados en tocar en los pueblos porque no hay cómo vivir en esta vida. Uno tiene que sacrificarse por los hijos.... Hay compañeros que ganan menos que yo.Por ejemplo los arreglistas.

    - ¿Qué hacen los arreglistas?.

    - Son los que transportan música de trompeta a saxo, o trombón.Caló más hondo la pena en su alma cierto día que viajó a un distrito apartado en procura de un contrato que siempre suscribía. Con una mueca de dolor al tiempo que hablaba confesó:- ¡Mala suerte, hijo! - ¿Por qué papá?.- He ido a la fiesta del pueblo de Piaca y no han contratado banda...- ¿Qué han contratado, pué?.

    - ¡Un equipo electrónico! El polvo suele cubrir ahora al saxo bajo de Julio Vilca. Quizás en las intimidades de su ser, con gusto, obedeciendo a su milenario ancestro altiplánico, cambiaría ese instrumento por una zampoña para sus tristezas, su pobreza y la injusticia de esta vida. Y quizá hasta sueñe volver a deleitarse con el vuelo de los cóndores en los ventisqueros donde llora y se queja el viento desde hace milenios... por última vez.Con su cargamento heterogéneo de paisajes y crepúsculos a cuestas, los músicos populares de Arequipa ya se van incorporando a las páginas amarillentas de la historia. 

    Publicado en el libro, Estampas de Arequipa. Manuel Rodríguez Velásquez (MAROVE) Arequipa 1996.

    Ccaperos por la Calle San Francisco en 1920.


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    Fuentes:
    • Imagen de portada: "El Castillo" pintura de Manuel Alzamora que muestra a Cayma en 1928.
    • Diccionario de Arequipeñismos.  Juan Guillermo Carpio Muñoz.
    • Arequipa Música y Pueblo. Juan Guillermo Carpio Muñoz. 1984
    • Estampas de Arequipa. Manuel Rodríguez Velásquez (MAROVE) Arequipa 1996.