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    Dominga Gutiérrez de Cossío (*Arequipa 03 de agosto de 1805- +Lima 1866), era hija de una de las familias más acaudaladas, respetadas y aristocráticas de la Arequipa de fines del siglo XVIII e inicios del XIX. Fue hija legítima de Reymundo Gutiérrez de Otero y María Magdalena de Cossío y Urbicaín, quienes se casaron en 1791. Don Reymundo era "caballero profeso de la orden del Glorioso Apóstol Santiago, Teniente Coronel de Regimiento de Milicia, español del Valle de Soba en el Obispado de Santander" y María Magdalena era hija legítima de un caballero de Santiago y oficial de un regimiento de milicias. 


    El inventario del patrimonio prematrimonial de don Reymundo arrojó una fortuna de 232,492 pesos, "especialmente en mercaderías de sus casas de comercio establecidas en Cádiz, Arequipa, Puno, Cuzco, Oruro, Camaná y Cochabamba", mientras que Doña María aportó una dote de 16,940 pesos. El matrimonio tuvo doce hijos pero sólo ocho sobrevivieron (Bustamante de la Fuente 1971, 36, 37).

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    Dominga Gutiérrez de Cossío.

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    Hacia 1830 la ciudad de Arequipa tenía una población de 40,000 personas aproximadamente (1) (Chambers, 1999).


    Poseía una estructura social jerarquizada y estamentaria y, más allá de la propaganda ideológica de los liberales, era una ciudad eminentemente conservadora, Católica y tradicional. Pertenecer a una familia aristocrática generaba el reconocimiento social de la posición privilegiada (honor-prelación) y el deber simultáneo de mantener una conducta honrada (honor-virtud u honra) que evitase caer en la deshonra o la desgracia (cf. Chaves 2001, 162; Johnson and Lipsett-Rivera 1998; Pitt Rivers y Peristiany 1993). 


    En ese contexto, el ingreso de Dominga al Monasterio de Santa Teresa de la Orden de las Carmelitas Descalzas que funcionaba en el monasterio del Carmen no podía ser más auspicioso para la aristocrática familia y para la propia novicia. De esa manera se cumplía con una de las exigencias de toda buena familia: consagrar a un hijo o hija al servicio de Dios e integrarlo al cuerpo de Cristo. Hacerlo era una forma de revalidar la posición de privilegio, la virtud y la gracia de todo el linaje.


    El Convento que acogió a Dominga era uno de los más grandes y ricos de Arequipa.   Tenía cuatro claustros internos con las celdas dispuestas alrededor. Las monjas dormían en sus “tumbas”, pequeños recintos adyacentes a los dormitorios y en donde estaba prohibido tener luz.


    Un problema que enrarecía la vida conventual era el alto grado de conflictividad interna. El convento estaba atravesado por rivalidades, odios y chismes a la par que se vivía bajo una tensión permanente entre las monjas provenientes de la aristocracia arequipeña, las de menor rango social y las plebeyas. Las diferencias estamentarias, que se expresaban en los bienes y criadas que cada una tenía a su disposición, sólo acentuaban los problemas de la comunidad religiosa. (2)


    Dominga Gutiérrez de Cossío entró al convento en 1821, a los 14 años  de edad, y tomó el nombre de Dominga Beatriz del Corazón de Jesús. Los motivos que la llevaron al noviciado son fuente de especulación: una temprana decepción amorosa; la crueldad y los maltratos de la madre, que en ese entonces ya era viuda; y una verdadera vocación para llegar a ser una “monja de hábito negro”. Luego de tomar sus votos perpetuos se convirtió en una monja de velo negro y debía permanecer enclaustrada en el monasterio por el resto de su vida. Sin embargo, fugó del convento el 6 de marzo de 1831, 10 años después de haber ingresado. 


    [...] El 7 de marzo de 1831, Arequipa supo de la atroz noticia mientras que la monja (¿ex monja?) y sus acompañantes permanecieron escondidas hasta dirigirse más tarde a la Quinta Menaut en Chilina [...] Manuel J. Bustamante de la Fuente: semblanzas. Percy Cayo Córdoba 1989.


    La causa de su decisión fue la infelicidad que la empezó a agobiar después de un par de años de haber prestado su juramento. No se pudo acostumbrar a los rigores de la vida religiosa ni a la disciplina monacal.


     Flora Tristán.

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    La vida cotidiana al interior del convento de las Carmelitas Descalzas, sobre en todo en comparación con el convento de Santa Catalina de la misma ciudad era de extrema severidad (Tristán 1971[1838], 375, 383). Los ejercicios espirituales, la oración y la intensa vida monacal comenzaban a las 4 de la madrugada y continuaban hasta el mediodía. Luego almorzaban y descansaban  hasta las 3 pm, hora en que reiniciaban las oraciones. Según refiere Flora Tristán, prima de Dominga, el ambiente era sumamente austero y lúgubre: 


      Al tomar el velo en la orden de las carmelitas, las religiosas de Santa Rosa [sic: Santa Teresa]7  hacen voto de pobreza y de silencio. Cuando se encuentran, la una debe decir. ´Hermana, tenemos que morir´, y la otra responde: ´Hermana, la muerte es nuestra liberación´, y jamás pronunciar otra palabra (1971[1838], 376). 


    Muy pronto la monja expresó a su confesor y familiares que deseaba salir del Convento. Estaba constantemente enferma y deprimida pero aún así ninguno de sus allegados se atrevió a solicitar la nulidad de sus votos perpetuos para poder exclaustrarla a tiempo siguiendo el trámite apropiado, dentro de los 5 primeros años de haberlos tomado. Ante la desdicha y la indiferencia, Flora Tristán revela que la monja se inspiró en una lectura de Santa Teresa y tramó el ardid que la llevaría a la libertad: introducir un cadáver al convento con la ayuda de sus criadas, desfigurar su rostro y quemarlo en su “tumba”. Luego fugaría del convento y se refugiaría temporalmente en una tienda vecina que una de sus criadas había alquilado. Posteriormente iría a la casa de sus tíos Thenaut-Gutiérrez para acogerse a la protección familiar e iniciar su vida en libertad. Como dice Tristán, "¿qué no puede el amor por la libertad?" (1971[1838], 399).



    La monja y sus criadas ejecutaron el plan casi a la perfección. Al día siguiente se descubrió el incendio y el cadáver desfigurado. Sus hermanas y familiares creyeron que se trataba de la monja Gutiérrez y procedieron a velarlo y enterrarlo con toda la pompa del caso. Mientras, Dominga se escondió en la casa de sus tíos pero su felicidad duró muy poco. El ardid se descubrió pronto e inmediatamente se produjo una conmoción social y legal. En ella se enfrentaron los poderes civil y eclesiástico, cada uno defendiendo sus fueros y principios. Por un lado la libertad y el individuo y por el otro los votos perpetuos, la obediencia, la entrega total al cuerpo sagrado de Cristo.


    Entre los juicios más importantes que se entablaron hemos identificado, hasta el momento, cinco. A continuación presentamos una reseña de las materias tratadas en cada uno de ellos. (https://www.academia.edu/12949774/Los_juicios_de_la_monja_Dominga_Gutierrez).



    a.- El Obispo Sebastián de Goyeneche reaccionó entablando un juicio por apostasía También depositó a Dominga en la casa de sus tíos Thenaut-Gutiérrez y ordenó una pesquisa y visita eclesiástica al Convento Carmelita para averiguar lo ocurrido.


    El problema central era que la vía legal adecuada para solicitar la nulidad de los votos perpetuos y obtener la secularización de la monja había caducado a los cinco años de haber profesado como religiosa de velo negro. Cuando ocurrieron los hechos ya habían transcurrido más de nueve años y por eso no se podía tramitar la nulidad de los votos, salvo que se obtuviese una licencia Papal especial.


    El proceso por apostasía procedía, según el Obispo, porque Dominga había abandonado su orden religiosa indebidamente y renegado de la fe en forma aparatosa.



    b.- La Municipalidad de Arequipa, representada por un par de liberales notables, Andrés Martínez y José María Corbacho, se apersonó ante la Primera Sala de la Corte Superior de Justicia de Arequipa y solicitó la protección de la libertad de la monja Gutiérrez. Para ello pidieron que fuera trasladada a otra casa, para que no sufra ningún tipo de coacción -familiar, en este caso-- y pueda defenderse adecuadamente. El problema para la causa liberal radicó en que Dominga se rehusó a moverse de la casa de sus tíos y, en una emotiva comunicación dirigida al Obispo Goyeneche, se sometió a lajurisdicci6n de la Iglesia.



    El entredicho entre el Obispo, quien afirmaba que se trataba de una causa eclesiástica, y la Municipalidad, que sostuvo que ninguna autoridad eclesiástica podía imponerse al fuero civil cuando la libertad de una persona estaba en juego, adquirió enormes proporciones.



    Cuando la Municipalidad insistió en su pedido y la Corte Superior le dio la razón, el Obispo reaccionó planteando una contienda de competencia. La Segunda Sala de la Corte Superior la resolvió a favor del Obispado pero la Primera Sala apeló ante la Corte Suprema de la República de Lima.



    La Corte Suprema le dio la razón al Obispo y ordenó a la Municipalidad que no interfiera en los asuntos netamente religiosos. Es decir, mientras los liberales arequipeños se arrogaron una representación que inclusive estaba expresamente prohibida en la Constitución de 1828 y se enfrentaron a un Obispo de la talla de Goyeneche para defender la libertad de Dominga, la Corte Suprema prefirió respetar el fuero eclesiástico y desentenderse del problema. Una sentencia diferente, intrusiva y cuestionadora del fuero eclesiástico hubiese generado un conflicto de consecuencias impredecibles para la joven República y la jerarquía católica.



    c.- En paralelo y en el fuero eclesiástico, el Obispo Goyeneche inició un proceso de exclaustración. Además, en 1832, procedió a extenderle el indulto de secularización pero manteniendo íntegro el voto de perpetua castidad. Es decir, Dominga no podía contraer matrimonio. Ante esta limitación a su libertad personal, Dominga entabla un proceso que llega hasta el Papado Romano. Finalmente, en 1839, el Papa Gregorio XVI la autoriza a pedir la nulidad de sus votos ante el Obispo de Arequipa. Sin embargo, parece que para entonces la Gutiérrez estaba exhausta, personal y económicamente, y por eso no llegó a entablar el proceso que la habría conducido a lograr la ansiada nulidad de sus votos de castidad.



    d.- En 1834, en el fuero civil, Dominga obtuvo la restitución de sus bienes y derechos luego de ganar el juicio a su familia. Luego decide viajar a Lima para radicarse en una ciudad menos agresiva y más tolerante, pero ante la oposición de su familia debe pedir el amparo del Prefecto. Ya en Lima se vincula con el Dr. Colt y parece que llegan a tener una hija que luego se muda a España.


    e.- También se inicia un juicio contra las criadas cómplices por haber colaborado con la monja en los preparativos y ejecución de su fuga.


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    (1) Quiroz (1990, 439) estima que la población de la ciudad estaba entre los treinta y cuarenta mil habitantes hacia 1836. En 1831 el viajero alemán Franz Meyen la calcula "en unos treinta mil pero eso no está bien probado" (1996[1835], 228). 


    (2) Se pueden consultar descripciones y valoraciones estéticas del monasterio en Tord (1987, 121-133), Tristán (1971[1838], 373-378) y Bustamante de la Fuente (1971, 35). Este autor señala: "Otro de los Monasterios de Arequipa que merece espacial mención es el de Santa Teresa, que es de una belleza extraordinaria. Sus magníficos portales, sus numerosos cuadros de verdadero mérito y sus jardines prolijamente cuidados, hacen de él una verdadera joya de arte [...] Hasta ahora se mantiene cerrado y constituía una gran atracción, la celda de la Monja Gutiérrez, que no ha vuelto a ocuparse por ninguna religiosa y que conserva hasta hoy las huellas del incendio que provocó esa monja". 


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    Fuentes:

    1 .http://repositorio.pucp.edu.pe/index/bitstream/handle/123456789/114459/9908-Texto%20del%20artículo-39215-1-10-20140802.pdf?sequence=2&isAllowed=y

    2. https://www.academia.edu/12949774/Los_juicios_de_la_monja_Dominga_Gutierrez