🔴 José María Carpenter
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Nota: La Lira Arequipeña registra su nacimiento el día 3 de mayo, lo mismo que el diario El Deber del día 4 de mayo de 1898. Su partida de bautizo señala el día 4.
A la edad de 11 años ingreso al Seminario Conciliar de San Jerónimo de esta ciudad, estudio allí gramática latina, matemáticas puras y mixtas, un tratado especial de Física, Lógica, Metafísica y Ética.
Después estudio en el Colegio Nacional de San Francisco la Sagrada Teología. Concluyó sus estudios en 1852 saliendo siempre airoso en sus exámenes y las rigurosas pruebas.
A pesar de que el Sr. Carpenter desde sus primero años manifestó su afición a la carrera eclesiástica, motivos de familia le obligaron por entonces a dedicarse al comercio hasta el año 1867. Esto no le impidió continuar en el estudio privadamente y cultivar las relaciones de un grupo de distinguidos amigos dedicados como él al cultivo de las artes.
En el año 1869 abrazó la carrera eclesiástica y Sr. Obispo Don José Benedicto Torres, le confirió las cuatro órdenes religiosas menores y las tres superiores del Subdiaconado. Siendo ordenado de diacono el 4 de julio de 1869.
Fue fundador de la Hermandad de San José. Colaboró en los periódicos “La Verdad” y la Revista Católica, en donde defendió con entereza los principios católicos y los fueros de la Iglesia.
El 8 de setiembre de 1889 fue nombrado Capellán de Honor de la Santa Casa de Loreto.
Su nombre y parte de sus poemas figuran en La antología poética, La "Lira Arequipeña", que tuvo su primera edición en 1889.
El 6 de septiembre de 1891 fue nombrado Obispo titular de Lorea y luego el 12 de noviembre de 1898 como Provisor y Vicario General del Arzobispado de Lima, por promoción del ilustrísimo Monseñor Tovar del Arzobispado de Lima.
En este cargo de Obispo Auxiliar de Lima, falleció el 3 de junio de 1905. La Lira arequipeña menciona el año 1903.
Retrato fechado en 1893 del estudio fotográfico Courret Hermanos (Lima).[Retrato de José M. Carpenter] (bnp.gob.pe)
ECOS DE UNA ALMA ARREPENTIDA.
Ego autem, sun, vermis, et nom, homo:
opprobium honninum, et abjectto plebis (SALM XXI v. 7)
Inclina domnine aurem tuam, et exaudi me:
quoniam inops et pauper sum ego. (SALM, LXXXV. v. 1).
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Un vil gusano que se arrastra inmundo
Del crimen en el cieno corrompido,
Despertando del sueño más profundo,
A tí, Jesús, libertador del mundo
Eleva su clamor adolorido.
Desde el trono inmortal de fu grandeza
Sobre él dirige tu mirar, propicio,
Para que á tí levante su cabeza
Del hóndo lodazal de su vileza
Do yace encadenado por el vicio.
Tú que en el santo Gólgota vertiste
Tu noble sangre en afrentosa muerte,
Y que tu amante corazón abriste
Para que sirva de consuelo al triste,
Tu amor y gracia entro mi pecho vierte.
Bien sé, Señor, que por mi vida impura
Solo merezco tu rigor, tu ira;
Pero mi alma anegada en la amargura
Quiere olvidar su criminal locura,
Y prosternada, por tu amor suspira.
Si tuviera el dolor de Magdalena,
Las lágrimas de Pedro compungido,
La fé viva que á Dimas encadena,
Y la constante abnegación que llena
La mente del discípulo querido;
Pudiera entonces, con mi acerbo llanto
Alcanzar tus favores infinitos,
Mi alma cobrara su perdido encanto,
Y de tu labio omnipotente y santo
Escuchara el perdón de mis delitos
Mas, como soy la descarriada oveja.
Que sin pastor ni guía anda entre abrojos,
Yá cada paso del redil se aleja,
A tí levanto mi sentida queja
Para que vuelvas sobre mí tus ojos.
No desoigas mi ruego, Jesús mío,
Ni te hagas sordo á mi clamor ferviente,
Si te azoté como verdugo impío,
Hoy en tu amor y tu bondad confío
Perdones al ingrato delincuente.
***
El pródigo yo soy que arrepentido
Viene á implorar el paternal abrazo,
Recíbeme á tus plantas convertido,
No me dejes, ... ¡oh padre! en el olvido
Ya que ansío llorar en tu regazo.
Por el amor intenso de María,
De esa mártir del Gólgota fecundo,
A cuyo nombre la serpiente impía
Doblega la cerviz, que antes tenía,
Soberbia, levantada sobre el mundo:
Por esa virgen inocente y pura
Cuyo seno fué el templo do habitaste:
Por sus crueles dolores y amargura,
De mi alma enferma las dolencias cura,
Cual las heridas de Agustín curaste.
No mires los delitos de mi vida,
Que ellos merecen eternal, infierno;
Mira tu sangre por mi bien vertida,
Y en tu costado la profunda herida
Que está implorando mi perdón eterno.
Ella es la fuente que lo estéril riega,
Es de la gracia el manantial divino
Que de dulzura el corazón aniega;
Y, en ella quiere mi conciencia ciega
Vista, encontrar, cual la encontró Longino.
Recuerda ¡oh padre que viniste al mundo!
Para salvar a pecador precito: ,
Despoja mi alma del pecado inmundo,
Hiere mi pecho con dolor profundo,
Y haz que yo espire ante tus piés contrito.
José María Carpenter
Fuente:
- "La Lira Arequipeña".
- http://www.catholic-hierarchy.org/bishop/bcarpen.html
- https://www.familysearch.org