🔴 Felisa Moscoso de Chávez
Índice
Datos Biográficos
Desde muy pequeña sintió vocación por las letras y publicó versos en el periódico La Bolsa que luego recopiló en un primer libro: Flores Silvestres de 1892. A estos les siguieron otros títulos como Ligeros pensamientos consagrados a la mujer (1883 y 1891), Violetas mistianas, segunda parte de Flores Silvestres (1898), La Mujer, etc.
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El 27 de agosto de 1865, contrajo nupcias en la Parroquia del Sagrario con el abogado y poeta arequipeño Juan Manuel Chávez. con quién rindió homenaje al Libertador Bolívar al conmemorarse el centenario de su nacimiento . Lamentablemente por el año de 1887 quedó viuda. Volvió a casarse con el que sería héroe de la Guerra del Pacífico, el contralmirante Melitón Carbajal.
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En 1883 publicó una colección de artículos titulados : Ligeros pensamientos consagrados a la mujer .
Abogó siempre por la cultura literaria superior ( e la mujer, sobre la cual sostenía : “ La Mujer debe cultivar la poesía, como un recurso en el que hall : un lenitivo a sus penas.... La novela y la poesía se hicieron para la mujer. Ilustrar a la mujer es un gran paso de civilización y progreso ".
La elevación a que la llevaron sus propios méritos, jamás sembró en ella la vanidad, contra la que escribió mucho, y fue muy modesta en su labor de escritora , como también en su posición social , que fue expectable.
En uno de sus libros dice : " No pretendo ocupar un puesto distinguido en la literatura patria ; no aspiro a merecer el dictado de poetisa .... No tengo otra ambición , sino que mi patria acepte, mis “ Flores Silvestres ” , humilde presente, que aunque carece de arte , que pudiera embellecerlo, exhala el puro aroma del sentimiento ".
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Escribió poesías llenas de luz y vida : “Los poetas”, “Rimas”, “Jerusalén”, “Ella”, “Plegaria a María Inmaculada”, “Arequipa", "Una humilde violeta", "Horas negras", "Siemprevivas" y una ofrenda a Simón Bolívar. Dejó inédito un trabajo sobre la poetisa ecuatoriana Dolores Veintemilla y otra monografía inédita, en la que narra la jornada religiosa de 1867, en la ciudad de Arequipa, con motivo de la protesta airada que los conservadores arequipeños hicieron , contra la Constitución del 65. En esa jornada Felisa Moscoso, que apenas contaba con trece o quince años, fue la principal heroína, encabezando la protesta pública y exponiendo su pecho a las iras del Prefecto coronel Mariano Ignacio Prado. Su espíritu filosófico , no se doblegaba, sin discutir los problemas que formaban entonces, la lucha de las opiniones.
El coronel Mariano Ignacio Prado, aliado con los liberales, llegó al poder luego de una revolución que derrocó al presidente Pezet. Buscando legitimar su gobierno, Prado convocó a elecciones para Presidente de la República y para un Congreso Constituyente que se encargaría de redactar una nueva carta constitucional que reemplazara a la Constitución moderada de 1860. Al mismo tiempo, con un Congreso dominado por liberales, se empezó una campaña de hostigamiento contra los enemigos del régimen y se emprendió una serie de medidas contrarias a la religión, como las restricciones al tañido de las campanas de las iglesias o la prohibición de tocar una campanilla reverencial cuando el sacerdote llevase el viático por las calles, como dictaba la tradición multisecular.
Al promulgarse la Constitución de 1867, de fuerte carácter liberal y con medidas consideradas anticlericales, el presidente mandó jurarla en todas las ciudades del país. A tal efecto, el prefecto de Arequipa, Miguel Valle Riestra, mandó armar un tabladillo en la plaza de armas. El día anterior al que se llevaría a cabo la juramentación, el 11 de setiembre de 1867, los ánimos de los arequipeños estaban caldeados. Hacia media mañana, la gente congregada en la plaza discutía a viva voz la imposibilidad de jurar una constitución impía. De pronto, se empezaron a oír vivas a la religión: «¡Viva la religión! ¡Viva la constitución del 60! ¡Muerte a la constitución blasfema! ¡Muera el gobierno apóstata!». Del gentío se destacó la figura de la joven poetisa Felisa Moscoso, quien, junto a otras valientes mujeres arequipeñas, se subió al tabladillo y exclamó:
«No podemos permitir tamaña afrenta a nuestra condición de creyentes, el gobierno nos insulta pretendiendo hacernos jurar una Constitución impía, que la juren todos los demonios y sus sirvientes, pero, los arequipeños, que tenemos a mucha honra ser católicos y estamos dispuestos a defender nuestra santa causa hasta con nuestras vidas: ¡No, no, no!»[1]
Luego cogió una copia de la constitución que debía ser jurada y la quemó ante el júbilo y la algarabía de la catoliquísima población mistiana. Este fue el punto de partida de una de las más gloriosas revoluciones de nuestra historia. Luego de serios enfrentamientos con las fuerzas del orden, los arequipeños se hicieron con el control de su ciudad y reconocieron como su líder al general Pedro Diez Canseco, segundo vicepresidente del gobierno de Pezet, último gobierno constitucional legítimo.
Prado, a la cabeza de sus fuerzas, marchó a Arequipa para sofocar la revolución intentando tomar la ciudad. Para ello contaba con dos imponentes cañones, el más poderoso de los cuales fue interceptado en su traslado hacia Arequipa y destruido por los bravos revolucionarios. La ciudad resistió el sitio gallardamente. Prado no pudo tomarla y se vio obligado a regresar derrotado a Lima, donde el creciente descontento popular lo forzó a renunciar a la presidencia. Pedro Diez Canseco asumió el cargo de jefe de estado de manera interina, restableció la Constitución de 1860 y convocó elecciones presidenciales de las que resultó triunfador José Balta.
Grabado de Felisa Moscoso Pacheco, en el Libro Arequipa 1540-1940 Concejo Provincial de Arequipa, año 1940.
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De esta épica gesta, la poetisa nos legó un grandioso poema que sirve de crónica de tan bella gesta popular y auténtica:
La jornada religiosa de 1867
Ciudad de las gloriosas tradiciones
cuna de los guerreros y poetas
heraldos de su fama, y las trompetas
que proclaman tus nobles ambiciones
que en patria y libertad están concretas
Un congreso de libres pensadores,
más bien demoledores,
trataba de reformas religiosas
con ánimo tenaz y empedernido
las practicas piadosas
queriendo exterminar, enfurecido.
Un reto a la conciencia religiosa
fue la marcha azarosa
de ese poder supremo en sus sesiones
denuestos se lanzaban a las creencias
y firmes convicciones
del país, que rechazó sus exigencias.
Arequipa se lanzó sola en la lucha,
solo su voz se escucha
aguardando su turno en la protesta
y en actitud serena e impotente
al gran día se apresta
para lanzar su reto prepotente.
Las vísperas para el día señalado
para el gran atentado,
las hijas de Arequipa, reunidas
preparaban su espléndida jornada,
firmes y decididas
a defender la religión sagrada.
Firmes en su ardoroso patriotismo,
con cristiano heroísmo,
se resuelve formar un imponente
comicio que anonade a los traidores
de la patria creyente
confesando la fe de sus mayores.
Me puse a la cabeza de ese grupo
y la suerte me cupo
de llevarlas al sitio designado
a cumplir el solemne juramento
en torno del tablado
que debía servir de monumento.
Salté sobre el tablado y en mi diestra
ostentaba la muestra
de la constitución aborrecida
y después de alegar nuestro derecho,
con mano decidida
¡quemé las fojas! ¡consumé el hecho!
¡Viva la religión! Clamé enseguida.
Y esa voz repetida
por innúmeros labios, con locura,
fue como chispa eléctrica lanzada
que excitó la ternura
de ese pueblo, de fe tan acendrada.
Un batallón descarga sus fusiles
y llueven proyectiles
sobre niños, ancianos y mujeres.
Únicas combatientes en la plaza
inofensivos seres
de aquella multitud que no era escasa.
Esa misma tarde se batía
el pueblo, que sabía
su infalible derrota por la fuerza
que altanera y en su odio despechado
con intención perversa
al combate lo había provocado.
Once días después se convencieron
cuan ciegos estuvieron
al caer consumada su victoria
del pueblo con el bárbaro suplicio
que reflejó la gloria
de Arequipa en su propio sacrificio.
Todo el Perú se alzó como un solo hombre,
de Arequipa en el nombre,
y derrocó la injusta dictadura
dejando la magnífica enseñanza
de que muy poco dura
el poder del abuso y la acechanza.
Que no son las creencias religiosas
las causas peligrosas
de aquellas conmociones fatales.
Sino las malas leyes, en divorcio
con los fueros sociales,
de la pasión política en consorcio.
En guardia de los fueros de la historia
y honor de esta memoria,
rectifico los juicios extraviados
por el odio implacable de partido
y dejo consignados
esos hechos tal cual han sucedido.
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Su literatura está contextualizada en una época difícil de nuestra historia nacional, la revolución de 1867 y la crisis después de la guerra del Pacífico .
No sólo se dedicó a la poesía , sino que también cultivó la música y aseguran que fue eximia pianista. Fue colaboradora de muchos periódicos limeños y locales y miembro el Club Literario y del Ateneo de Lima en 1889. También Colaboró con El Perú Ilustrado. El Albúm y la Alborada.
Se distinguió en todo momento , como la amiga abnegada, capaz de marchar hasta el sacrificio ; y como patriota, expuso su fortuna y su tranquilidad.
En su versificación se encuentra, admirable naturalidad , quela llevaba a desligarse de las imitaciones serviles. En todos sus versos , exponía su sentir sincero , sin rebuscamientos; sin abusar de frases extraordinarias, por su corte y novedad ; y lo que más aún admira , sin esclavizarse a modelos especiales.
En medio de su gran obra literaria y poética, que exteriorizan sus ideales de poetisa, se adivina cierto fondo de amargura, algo así , como el eco lejano de los yaravíes, que acaso oyera y repitiera de memoria , en los días risueños de la infancia . Sus últimos años, fueron muy penosos, atacada de implacable parálisis, que la llevó a la tumba. Falleció en la ciudad de Lima en la tarde del 16 de julio de 1902.
Nota: En la partida de Defunción n° 166, menciona que falleció de 52 años de edad, por lo que su fecha de nacimiento sería en 1847. https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:S3HY-6QV3-6ZJ?i=85&cc=1430936
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"Felisa Moscoso rescata el quehacer político como una práctica posible para las mujeres no sólo en un plano secundario, sino también como protagonista . Descarta la idea de la incapacidad natural de la mujer. Así, abrió un camino, pero sólo para algunas : las extraordinarias . Moscoso también marcó un límite al considerar que, para la mayoría de las mujeres, lo adecuado era seguir el rol tradicional". VILLAVICENCIO F.. Maritza.
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Los poetas
Sublimes seres que a sufrir vinieron,
con lágrimas regando su camino,
y en mitad del desierto sucumbieron
llenando de esa suerte su destino.
Extranjeros en playas enemigas,
buscando van a su dolor abrigo;
sólo encuentran pesares y fatigas,
sólo la muerte cruel llevan consigo.
Como astros desquiciados van girando
por la esfera mezquina de este mundo,
y a raudales su luz van derramando
del caos material en lo profundo.
De un edén son las flores trasplantadas
al estéril desierto de la vida,
donde inclinan su tallo marchitadas,
exhalando su aroma bendecida.
A expensas de sí mismo, una historia
a cada corazón le van contando,
y en ella, cada cual, en su memoria,
su propia tempestad va recordando.
Soñando sin cesar, llevan doquiera
un mundo de ilusión y de ventura,
y sufren, persiguiendo una quimera
que se torna en amarga desventura.
Proscritos por el mundo van errantes
buscando de su idea el paraíso,
y no lo hallan, y siguen anhelantes
y sin verlo, morir le es preciso.
Seres son que han venido desterrados
de ese mundo ideal de la belleza,
a vivir en la tierra, desgraciados,
cual delicada flor en la maleza
Lucen, como entre el cieno los brillantes
los poetas que lloran el destino
de cruzar por el mundo siempre errantes,
sin tener un consuelo en su camino.
Vinieron a llorar: esa es su suerte,
brindando a los demás hermosas flores.
y arrastran el dolor hasta la muerte,
y, cantando, nos cuentan sus dolores.
Son destellos de luz inextinguibles,
mensajeros de Dios sobre la tierra,
que elevan la materia a lo invisible,
sufriendo mientras viven, cruda guerra.
Espíritus fecundos, creadores,
que llevan en su frente hermosa llama,
del genio los destellos brilladores
y el fuego de un volcán que los inflama.
El mundo no comprende su grandeza
y se burla en su loco desvarío,
como el ciego que ignora la belleza
y no puede mirar sino el vacío.
Formados los poetas de la idea,
de la mente divina son hechura,
y Dios al contemplarlos se recrea
viendo en ellos su imagen y hermosura .
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Fuentes:
- Lira Arequipeña: colección de las más selectas poesías de los vates antiguos. 1889.
- Revista Lulú: revista semanal ilustrada para el mundo femenino. Artículo Enrique D. Tovar y R. 1916.
- La Mujer Peruana a través de los siglos. Elvira García y García. 1925.
- Texao. Arequipa y Mostajo. Tomo I. Juan Guillermo Carpio Muñoz. 1980.
- https://ucsp.edu.pe/las-hijas-de-arequipa-y-la-epica-y-religiosa-jornada-de-1867
- Escritoras Maestras y Artistas, 168 años de vida cultural en Arequipa. Hélard Fuentes Pastor - 2014
- https://www.familysearch.org