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    (*Arequipa, Perú, 21 de noviembre de 1810 -  +París, 1868) abogado, poeta y diplomático. Fue secretario de la Suprema Junta de Gobierno Provisorio (1844) y ministro de Relaciones Exteriores en dos oportunidades, durante el gobierno constitucional del general Ramón Castilla, entre 1848 y 1849. También fue ministro plenipotenciario en Ecuador (1852-1855).

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    Fue hijo de Mariano Sanz y Tomasa León. Se trasladó a Lima, donde estudió en el Convictorio de San Carlos. Se graduó de doctor en Jurisprudencia y se recibió de abogado.

    Fue relator y agente fiscal en la Corte Superior de Cusco. Allí le sorprendió la revolución constitucionalista encabezada por los generales Domingo Nieto y Ramón Castilla, quienes formaron la Suprema Junta de Gobierno Provisorio, de la que fue secretario (1844).

    Castilla, ya como presidente constitucional de la República, lo nombró oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores, el 29 de mayo de 1845. En tal posición, tuvo que asumir el mando de la Cancillería en dos oportunidades: de 21 de febrero a 28 de marzo de 1848, y de 4 a 25 de agosto de 1849.

    Durante el gobierno del general José Rufino Echenique fue nombrado ministro plenipotenciario en Ecuador (1852-1855), donde realizó dos importantes gestiones ante el gobierno de dicho país:

    Protestó por el proyecto de ley presentado a la Cámara de Representantes de Quito que declaraba la libre navegación de los ríos que desaguan en la margen izquierda del río Amazonas después de atravesar territorio peruano: el Chinchipe, el Santiago, el Morona, el Pastaza, el Curaray, el Nancana, el Napo y el Putumayo, entre otros, pues sus cursos pertenecían al Perú por haber sido considerados así en la real cédula del 15 de julio de 1802. No obstante, el proyecto fue aprobado el 26 de noviembre de 1853. 

    El canciller ecuatoriano Marcos Espinel arguyó que dicha cédula no había tenido fuerza legal, ni se había cumplido, por haber tenido un origen vicioso y por haberle faltado el pase del virrey de Nueva Granada. Está demás decir que estas tachas esgrimidas por Espinel contra la real cédula eran totalmente infundadas, tal como el gobierno peruano demostró oportunamente, basándose en documentación fidedigna.

    El hallazgo del texto de la real cédula de 1802 en los archivos de Lima fue de suma ayuda para refutar las fantasiosas ambiciones del Ecuador, aunque el problema con esta república nacida en 1830 habría de perdurar por mucho tiempo más.

    Obstaculizó, de la mano con los representantes diplomáticos de Gran Bretaña y Francia, el perfeccionamiento de un tratado celebrado con Estados Unidos, por el cual se concedía a este país un protectorado sobre las islas Galápagos (noviembre de 1854).

    Años después, Sanz se hallaba a la cabeza de la legación peruana en Londres (1862-1864), cuando perdió la visión. Falleció en París algunos años después.

    Sus poesías fueron póstumamente publicadas en el diario La Sociedad de Lima. Luego fueron reunidas en un volumen titulado Poesías, editado por Pedro García y Sanz en 1897. “Predomina en ellas la nota mística modulada por la melancolía”. Suele citarse especialmente un poema satírico titulado “La Nueva Huaneida”, en alusión burlesca al boom guanero de su época, así como otro titulado "Las Moncayadas".

    La Lira Arequipeña dice de este personaje en 1889:

    .... Habiendo respirado desde temprano las volcánicas emanaciones del Misti, adquirió su alma el valeroso temple que colora todos sus poemas. Su alma de acero nunca se doblegó ante la desgracia, y cuando en París, ciego, distante de su patria, y en edad avanzada, otro hombre hubiera sucumbido de pesar; él escribía sus más valientes composiciones. Aludiendo á la desgracia de haber perdido la vista, decía:

    “Si el sol se ha puesto, si su luz amada 
    No alumbrará ya más nuestro camino, 
    Un poco de paciencia, peregrino, 
    No está distante el fin de la jornada.”


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    Hemos extractado los datos anteriores del “Estudio de las poesías del Sr. Sanz,” que leyó en una de las veladas literarias de la Señora Gorriti, la distinguida escritora y poetisa limeña, Sra. Carolina García de Bambarén.

    Dicho estudio literario concluye con la compendiosa apreciación siguiente: 

    “Resumiendo, pues, las dotes del Sr. Sanz, tienen sus obras el tipo bíblico de la filosofía cristiana: de esa filosofía profunda y moralizadora que estudia el corazón y la conciencia del hombre,  enalteciendo la virtud y vituperando el vicio: la vigorosa entonación de los antiguos vates, cuando cantaban las glorias de los héroes; y la dulce y suave melancolía de una alma tierna, que vive consagrada á cultivar los íntimos y delicados sentimientos que brotan espontáneamente de ella, como de un fecundo manantial.”


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    IMPRESIONES. 
     En El Cementerio del Padre
    Lachaise en París.

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    En Albión por doquier el fausto brilla:
    Espléndida es Albión, deslumbradora; 
    Más no tiene de la India la Señora, 
    No tiene esta encantada maravilla.

    En cada cinerario monumento 
    Oro con profusión se ha derramado, 
    Y en muchas inscripciones ha llorado 
    También con profusión el sentimiento.

    El santo suelo reverente pisa , 
    El pié que avanza silencioso y tardo: 
    Yace aquí con el polvo de Abelardo 
    El polvo enamorado de Heloisa.

    El agua se desata entre las flores
     Con un murmullo que á dormir convida, 
    Y en ciprés alto y fúnebre, escondida 
    Una tórtola llora sus amores.

    Doquier que la mirada se convierte 
    En este aislado mundo, halla bellezas 
    Que evocan profundísimas tristezas, 
    Y son la poesía de la muerte. 

    Su mansión cual palacio está vestida; 
    Y tantas galas y primor desplega, 
    Que se diría que la muerte juega 
    Con las dulces mentiras de la vida.

    Es bella........ Mas destino doloroso 
    En este cuadro con sombría tinta 
    Esa inmensa catástrofe se pinta, 
    Que es de la humanidad fin pavoroso.

    Aquí el huérfano llora al tierno padre,
     La esposa invoca su perdido esposo, 
    La hija en recogimiento religioso 
    Consejos pide al alma de su madre.

    ¡Ay! cuántas veces arrobado estuve 
    En esta soledad que no importuna, , ,
    Mirando el rayo de inconstante luna, 
    Siguiendo el curso de viajera nube , ,

    Y cuál vía á los míseres humanos, 
    Ya sus hechos de fama transitoria,
    Que en caduco panteón guarda la historia, 
    Un instante cruzar, cual fuegos vanos

    ¡Oh París, en tu vasto laberinto 
     La multitud que pasa vá agitada;
    Y entre tanto ¡ay! la multitud pasada 
    Duerme en, este  pacífico recinto


    ¡Pobre oleada de París que mueres .
    En esta playa con tan gran ruido! 
    Aquí un silencio nunca interrumpido 
    Pone fin á tus penas y placeres. 

    ¡Dílo, Balzac!.... heló muerte temprana 
    Tu sién que inquieto genio ya no abruma; 
    Cerrado el libro está, rota la pluma 
    Del fiel pintor de la comedia humana! 

    ¡Dílo, Manuel!.... Al trueno poderoso 
    De tu elocuencia, que sonó en el mundo,
     Ha seguido el silencio más profundo: 
    ¡Ya estás en la gran hora del reposo! 


    ¡Flores de un día! linfa que caminas 
    Como el hombre á morir !siempre en mi pecho 
    Guardaré la impresión que me habéis hecho: 
    ¡Adiós, Palmira de humanales ruinas!

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    EL PADRE NUESTRO. 

    Te apellido con dulce confianza 
    Padre nuestro, aclamando á los humanos 
    De toda lengua y religión hermanos, 
    Y unidos todos en estrecha alianza. 

    Tu nombre exalto en férvida alabanza; 
    Y el reino de esplendores soberanos, 
    No á los goces pobrísimos mundanos, 
    Alada flecha, mi oración se lanza. .

    Resigno en tu alta voluntad la mía, 
    É imploro de tu gracia el alimento 
    Con el preciso pan de cada día; 
    Perdón, cual dóile por tu amor contento 
    Y tu asistencia cuando sople impía 
    La tentación su proceloso viento. 

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    Fuente:

    • Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomo 4. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
    • Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 15.
    • La Lira Arequipeña. Colección de las más selectas poesías de los vates  antiguos y modernos. 1889.