🔴 El Monseñor Emilio Lissón
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(*Arequipa, Perú, 24 de mayo de 1872 - † Valencia, España, 24 de diciembre de 1961), fue un sacerdote vicentino y el XXVII Arzobispo de Lima.
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Nació en la ciudad de Arequipa en el barrio de San Lázaro, de una familia católica, siendo sus padres don Carlos Lissón Hernández y doña Dolores Chaves Fernández. Cursó sus primeros estudios en el Colegio San Vicente de Paúl, dirigido por el presbítero Hipólito Duhamel, y, terminados éstos, ingresó en al Seminario Mayor, donde cursó sus estudios filosóficos. Recibido en la Congregación de la Misión fundada por San Vicente de Paul, viajó a París en 1892, donde inició sus estudios filosóficos y teológicos.
Casa del Monseñor Lissón en el antiguo Callejón Tejada Nª 127, en el tradicional barrio de San Lázaro - Arequipa, antiguamente ostentaba una placa que lamentablemente se ha perdido. En la actualidad la casona se ha restaurado.
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Estudió la secundaria en el Colegio Seminario “San Vicente de Paúl” de la Congregación de la Misión (Padres Lazaristas o Paúles o Vicentinos) de Arequipa. Influyeron en su formación los padres lazaristas Hipólito Duhamel (director del plantel) y José Domingo César.
Cuenta Monseñor Berroa una anécdota en la cual estuvieron involucrados el padre Duhamel y, deducimos, el estudiante Lissón:
«Vamos a recordar una graciosa anécdota. El padre Duhamel acompañó a sus alumnos a la postrer Lloclla, o sea a la segunda Torrentera. Ahí había una picantería, donde se hacían chicharrones, pedazos de carne de puerco frita, con mote, maíz sancochado. Los alumnos pidieron al padre les comprara chicharrones y penetraron al patio de esa picantería y gustaron el sabroso bocado, en medio de gran alegría y sugestivos chistes. En la tranquera del corral, aparece la cabeza de un asno, que parecía atento a la gritería estudiantil; el asno, con largas o rejas, frente blanca, serio y meditabundo, lanzó de repente un rebuzno estridente, que puso en alerta a los chiquitines: uno de ellos, el más chico con una carcajada dice: ‘Padre son las cinco de la tarde’. La ocurrencia arranca una risa unánime, pero concito el enojo de la picantera, que los había agasajado, y dirigiéndose al padre, le dice ‘Padre, reprenda usted a ese niño malcriado, que cree que mi asno da las horas; yo también tengo reloj, para dirigirme’. Silencio completo. El padre tuvo que pedir disculpas y explicar a la dueña de la casa la falta de malicia del niño. Este niño llegó a la altísima dignidad de Arzobispo y vive actualmente en Europa» .
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Sacerdocio
Ingresó a la Congregación en 1892. Se forma como sacerdote en Francia. Se ordena en París el 8 de junio de 1895, a los 23 años.
Después de su ordenación sacerdotal en París (1894), volvió a Arequipa, donde se graduó en Ciencias en la Universidad Nacional de San Agustín, a la vez que desarrolló su labor sacerdotal en los apostolados propios de su Congregación. Fue profesor del Seminario diocesano de Arequipa. Pasó a Trujillo donde trabajó como profesor en el Seminario de San Carlos y San Marcelo.
Colaboró con el padre Hipólito Duhamel (1834-1908) en Arequipa. Duhamel fundó el colegio San Vicente de Paúl y dirigió el Seminario de San Jerónimo (1899-1905).
En 1895, en Arequipa, Emilio Lissón fue director del Seminario Menor y del Colegio Apostólico, al mismo tiempo que asistía a la Universidad para estudiar Ciencias Naturales y Geología.
En 1908-1909, en Trujillo, fue director del Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo.
Episcopado
A los 37 años, el Papa San Pío X le nombró obispo de Chachapoyas, siendo consagrado por el Arzobispo de Lima, Monseñor García Naranjo, en la Catedral limeña, el 19 de septiembre de 1909.
En 1911 visitó la Curia General de los Pasionistas en Roma, solicitando ayuda para el trabajo en la diócesis de Chachapoyas por lo que, en1913 llegaron 6 sacerdotes y 6 hermanos quienes trabajaron hasta 1918, desplegando una intensa labor misional en los territorios de su jurisdicción (los actuales departamentos de Amazonas, San Martín y Loreto).
En una biografía de Mons. Lissón escrita por el P. José Herrera C.M. con el título de "El obispo de los pobres", se cuenta que el Papa San Pío X al conocer el amplio territorio de la diócesis de Chachapoyas y su geografía le dijo: "Necesitas, hijo, más piernas que cabeza". A lo que Mons. Lissón contestó: "Santo Padre, afortunadamente lleno esa exigencia pastoral". Y se rieron ambos amablemente. Y en verdad era el obispo peruano de alta contextura.
Celebró en su jurisdicción eclesiástica cuatro sínodos (1911, 1913, 1916 y 1918) y desarrolló una gran labor social para los pobres. Y aún se afanó por introducir mejoras de orden material en su sede (reconstrucción de la catedral y el palacio episcopal, amén de la instalación de luz eléctrica y talleres mecánicos).
Ejerció el episcopado chachapoyano hasta 1918, año en que fue promovido como Arzobispo de Lima y Primado del Perú (25 de febrero), tomando posesión solemne de su nueva sede el 20 de julio de dicho año.
El obispo Emilio Lissón C.M. junto con seis sacerdotes y seis hermanos españoles de la Congregación de la Pasión llegados a Chachapoyas en 1915. Fueron los fundadores del Vicariato Apostólico de San Gabriel del Marañón.
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Trabajo episcopal en la ciudad de Lima
Digno de resaltar en la labor episcopal es su gran preocupación por las vocaciones sacerdotales y su formación. Vivía en el seminario para conocer mejor a sus seminaristas y siempre que estaba en él, les dirigía una plática por las tardes interesado vivamente por la vida espiritual de sus sacerdotes. Durante su gestión se crearon cinco seminarios menores para la educación primaria y secundaria, como el "Externado de Santo Toribio", confiado a los Hermanos de la Salle, que llegaron al Perú en 1922 ante su pedido personal en la Casa Generalicia de Bruselas en 1920. Entre los seminarios están los de Canta, Moyopampa y Barranca. Promovió además la actividad y formación, de carácter más eclesiástica, del Seminario de Santo Toribio.
Tuvo una generosa dedicación a la enseñanza fiel del Magisterio de la Iglesia, y, personalmente o con sus directrices, impulsó la instrucción del Catecismo en toda su Arquidiócesis. En 1919 viajó a Roma para mover la intercesión papal en favor de los católicos de Tacna y Arica, provincias peruanas ocupadas por los chilenos. Igualmente, merece destacarse el importante papel que cumplió en la organización y dirección de varias asambleas episcopales, como el XVI Sínodo Arquidiocesano en 1926 y el VIII Concilio Limense en 1927.
Bajo la dependencia de la curia arzobispal fundó la Sindicatura Eclesiástica, para cautelar la administración de los inmuebles pertenecientes a las entidades eclesiásticas.
Auspició la fundación de la publicación católica La Tradición y la creación de la Acción Católica. No tuvo éxito en su proyecto de fundar la Universidad Católica "Bartolomé Herrera", por lo que brindó su apoyo a la creación de la Pontificia Universidad Católica del Perú fundada por el Padre de los Sagrados Corazones Padre Jorge Dintilhac SS.CC..
Promovió la creación de la Prefectura Apostólica de San Gabriel del Marañón, con sede en Yurimaguas, a cargo de los Pasionistas.
Otro hecho importante en la labor episcopal de Mons. Lissón fue su afán por la justa retribución salarial de los obreros y su esfuerzo por exigir mejores condiciones de vida y vivienda para los trabajadores. Fue un gran propulsor de la Doctrina Social de la Iglesia.
La gran piedad del pueblo de Lima hacia la Virgen María se puso de manifiesto en las solemnes Coronaciones Canónicas de las imágenes de la Virgen de la Merced en 1921 y de Nuestra Señora del Rosario de Lima en 1927, las cuales auspició. En 1922, tuvo a su cargo la bendición de las sagradas andas en plata maciza y oro del Señor de los Milagros de Nazarenas.
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La consagración al Corazón de Jesús
Cada vez más lejanos del anticlerical siglo XIX, se iba gestando la necesidad de afianzar la influencia espiritual de la Iglesia en la vida social y política del Perú, para lo cual se hacía indispensable el apoyo oficial del Estado. Durante el gobierno de Augusto B. Leguía, Mons. Lissón procuró este acercamiento. En febrero de 1929, en ceremonia encabezada por la jerarquía católica limeña, el Nuncio Apostólico Gaetano Cicognani, otorgó al Presidente Leguía el título de "Caballero de la Suprema Orden Militar de Cristo".
También intentó la consagración oficial de la nación peruana al Sagrado Corazón de Jesús. Fue aprobada esta decisión por todos los obispos peruanos, y el 25 de abril de 1923, Mons. Lissón publicaba una Carta Pastoral explicando el significado de esta consagración nacional que iba a dirigir el presidente Leguía, en su calidad de “Patrono de la Iglesia en el Perú” y cuya fecha tendría en su decisión elegir. La oposición de movimientos de agitación operarios y estudiantiles, entre los que se destacaban Víctor Raúl Haya de la Torre y Luis Alberto Sánchez, fundadores del APRA, que se alzaron en contra del acto el día 23 de mayo, demostraron un furibundo odio anticatólico, logrando que, en medio del caos propiciado, el Arzobispo suspendiera la consagración el día 25.
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Graves acusaciones
Se acusó a Mons. Lissón de querer legitimar la dictadura leguiísta usufructuando del reconocido sentimiento católico de las mayorías nacionales. Otra grave acusación en su contra fue la de malversar los bienes de la Arquidiócesis por haber invertido los fondos de las religiosas y del Cabildo en empresas que estaban dirigidas al fracaso económico. Es verdad que hizo esas inversiones, más con el fin de dotar a la arquidiócesis de una organización financiera que diera estabilidad económica ante los gastos de sostenimiento de sus instituciones.
En efecto, al otorgar su testamento en Roma, Mons. Lissón pudo declarar con toda verdad: "no debo nada al arzobispado de Lima ni a sus instituciones, pues jamás he dispuesto de ninguno de sus bienes para mi beneficio personal o el de mi familia". Vivió y murió pobremente. Y las acusaciones contra él ante el "Tribunal de Sanción Nacional" para castigar el enriquecimiento ilícito durante la dictadura leguiísta, fueron rechazadas.
Tras la caída del presidente Leguía y la toma del poder del teniente coronel Luis Sánchez Cerro, el nuevo Gobierno peruano presionó ante la Santa Sede para que Mons. Lissón fuera relevado del arzobispado, acusándolo de injerencias en política, mala administración y poca formación teológica.
Obligado prácticamente a renunciar, Mons. Lissón abandonó Lima y marchó al destierro con dirección a Roma donde fue recibido por el Papa Pío XI, el 20 de febrero de 1931. Cuando quiso exponer al Santo Padre la verdad de los hechos, éste le respondió:
"Usted no tiene nada de qué defenderse: no hay ninguna acusación canónica: yo he usado este procedimiento paterno para su bien y el de sus feligreses".
Renunció entonces formalmente a su cargo de Arzobispo de Lima y su sucesor fue Monseñor Mariano Holguín como administrador apostólico entre 1931 y 1933, año en que asumió el cargo de Arzobispo de Lima Monseñor Pedro Pascual Farfán.
Ante el Papa Pío XI, en Roma, Monseñor Lissón pidió volver al Perú en condición de párroco de alguna
remota localidad indígena. Su pedido no fue aceptado.
El 12 de marzo de 1931 recibió la investidura de arzobispo “titular” (es decir, simbólico) de Methymna
(pequeña localidad de la isla griega de Lesbos que no era una diócesis real). De hecho, Monseñor Lissón sufrió una severa sanción. Fue privado de una diócesis hasta el fin de sus días, imitándose a ejercer como obispo auxiliar, oficial de la Santa Sede. Y en Roma tuvo que permanecer, por orden del Papa Pío XI, desde 1931 hasta 1940 (desde los 59 hasta los 68 años de edad), en condiciones muy modestas.
La sanción sufrida por Monseñor Lissón también era puesta en práctica desde el Perú. En esos años tampoco recibió pensión de cesantía, como le correspondía por haber sido arzobispo de acuerdo a las leyes peruanas. Recién la obtuvo en 1940. No obstante las dificultades de su vida en Roma, Monseñor no careció de defensores singularmente elocuentes y talentosos.
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El abogado y canónico Fausto Linares Málaga, autor de Monseñor Lissón y sus derechos al arzobispado de Lima, presentó un recurso el 24 de septiembre de 1945, exigiendo su restitución como arzobispo de Lima.
Como parte de esta misma defensa del nombre y trayectoria de Monseñor Lissón, el padre José Herrera CM publicó Monseñor Emilio Lissón y Chaves, obispo de los pobres (1964).
Algunos años después sus acusadores le pidieron perdón y reconocieron que sus imputaciones eran injustas. No obstante, no volvió más al Perú.
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El Obispo de los pobres
El renunciado Arzobispo de Lima, y hecho Arzobispo titular de Methymna, pidió volver al Perú como "párroco de Chachapoyas o en alguna tribu de los indios". Pero fue desaconsejada su petición. En Roma se dedicó a recopilar documentación sobre la Historia de la Iglesia en el Perú, en los archivos del Vaticano. Se trasladó luego a España en 1940, continuando su labor investigadora en el Archivo General de Indias de Sevilla. A la par fue solicitado por el Cardenal Pedro Segura de Sevilla y Monseñor Marcelino Olaechea de Valencia, para que actuara como obispo auxiliar en ambas diócesis, en vista de la necesidad de personal, tras la guerra civil española, cuando fueron martirizados miles de sacerdotes y religiosos.
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A Lissón se le permitió ir a España en 1940 por invitación de Marcelino Olaechea, que se había convertido en obispo de Pamplona en 1935. Lissón se mudó con Olaechea a Valencia cuando Olaechea fue nombrado arzobispo de esta Arquidiócesis. Mientras estuvo en Valencia, Lissón administró los sacramentos a miles de jóvenes, ordenó a numerosos sacerdotes y realizó visitas pastorales en toda la arquidiócesis. Se puso al servicio no solo de la Arquidiócesis de Valencia, sino también de la Iglesia en España en su conjunto y su Conferencia de Obispos. Muchas personas aparentemente percibieron y valoraron su santidad y deseaban, por así decirlo, una parte del hombre santo. Sus cohermanos Vicencianos en particular querían que viviera con ellos en Madrid. El arzobispo Olaechea supuestamente reaccionó a la sugerencia diciendo: "Mientras viva, el arzobispo Lissón no abandonará este lugar, vivo o muerto. Su presencia entre nosotros es la bendición de Dios sobre la diócesis". Se dice que el arzobispo Olaechea atestiguó que Lissón "practicaba en un grado heroico las virtudes de la caridad, la humildad, la obediencia y la pobreza".
Otro testimonio dice que, como Arzobispo de Lima, Lissón solía visitar los distritos donde vivían los pobres en la ciudad. Durante una de estas visitas, una familia se acercó a él en un callejón para pedir dinero. Al no tenerlo, el Arzobispo se quitó su anillo episcopal y se lo dio a la familia para que pudieran empeñarlo. También se dice que el entonces presidente Augusto B. Leguía le regaló un automóvil al Arzobispo porque este último solía tomar el tranvía para moverse. Lissón vendió el automóvil, sin embargo, para usar los ingresos de sus proyectos sociales para los beneficios de los enfermos y los ancianos. Cuando Leguía le ofreció otro automóvil, le dejó claro al Arzobispo que se lo estaba prestando. (https://www.findagrave.com/memorial/116670125).
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Bendijo la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Penas en sus Tres Caídas, el sábado 17 de marzo de 1945 en la Iglesia de la Milagrosa de Huelva. Actuaba de madrina doña Ana Reyes. Tras esta primera Función Principal de la Hermandad de las Tres Caídas (Huelva), se procedió a nombrársele Hermano Mayor Honorario.
En 1950, fue autorizado a volver al Perú con la condición de que residiera en Arequipa. Empero luego pareció más conveniente que siguiera con su eficaz labor de ayuda a los Arzobispos de Sevilla y Valencia, así como en otras diócesis. Realizó una impresionante labor pastoral y se ganó el cariño de innumerables fieles. Los gitanos andaluces le llamaron "Obispo Santo" y en la región levantina "el Obispo de los pobres".
El arzobispo Lissón murió en Valencia el 24 de diciembre de 1961, a los 89 años, y fue sepultado en la catedral de la ciudad. Treinta años después, a petición del Primado del Perú, Augusto Vargas Alzamora y otros obispos peruanos, los restos mortales de Lissón fueron trasladados en 1991 a Lima y reingresados en la Catedral de Lima. Su cuerpo fue encontrado incorrupto durante el proceso. Años más tarde, los detractores de Lissón pidieron perdón y reconocieron la injusticia de sus acusaciones. La causa de su canonización se abrió en Valencia, España, el 20 de septiembre de 2003.
Escudo del arzobispo de Lima, Monseñor Emilio Trinidad Lissón Chávez (1872 - 1961).
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Obra
- La Iglesia de España en el Perú. Colección de documentos para la historia de la Iglesia en el Perú, que se encuentran en varios archivos (4 volúmenes en 22 fascículos, 1943-1947). Los beneficios que obtuvo de la publicación de esta monumental obra fueron destinados a becas de estudio para futuros sacerdotes de Perú.
Retrato de Monseñor Lissón en la Catedral de Lima.
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Fuentes:
- Diez Esteban, Joaquín: Monseñor Lissón: Del destierro a su Catedral limeña. Publicado en el Suplemento Dominical del diario El Comercio de Lima, el 04/08/1991.
- Linares Málaga, Fausto Monseñor Lissón y sus derechos al Arzobispado de Lima, Lima 1933.
- Klaiber, Jeffrey Lockwood: La Iglesia en el Perú, Fondo Editorial PUCP, Edit.e Imp.Desa Lima, 1988.
- Hugo Vallenas Málaga. El pensamiento social de Monseñor Emilio Lissón Chaves y su obra pastoral Lima, 19 de octubre 2018 http://cmperu.com/wp-content/uploads/2018/10/Monseñor_Lisson.pdf
- Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 9.