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    (*Arequipa, 1 de junio de 1832 -  †Arequipa, 7 de marzo de 1858). Militar y poeta arequipeño conocido como "El Tirteo arequipeño" luchó en la revolución de 1858.

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    Nació en Arequipa en 1832, sus padres fueron: el coronel Narciso Bonifaz y Castañeda y  María Febres Zanabria. Se bautizó en la Parroquia de el Sagrario con el nombre de: Benito Manuel María Bonifaz y Febres,  el 1ro de junio de 1832. 


    Partida de  Bautizo.

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    Hizo sus estudios en el Colegio de la Independencia Americana, según afirmación de Víctor N. Benavente. 

    En 1852 abandono su  ciudad natal  y se traslado a Lima  en donde se dedicó  a la carrera de las armas  tomando colocación  en un cuerpo de artillería  de línea, no tardaron sus jefes en reconocer sus aptitudes  aplicación  y juicio y fue gradualmente obteniendo ascensos hasta el grado de teniente coronel.

    Años después participó en la campaña “moralizadora” de 1854- 1855, que contra el gobierno del presidente José Rufino Echenique encabezó el Gran Mariscal Ramón Castilla en Arequipa. 

    Básicamente fueron dos las razones que motivaron la revolución de 1854: una referida al escándalo de la consolidación y el otro a la llamada cuestión con Bolivia. 

    Es así como entró a la capital entre los vencedores, de seguro satisfecho de haber apoyado una causa nacional.


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    De escasa fortuna dotado  de un carácter  de fierro y de voluntad inquebrantable, sintiendo con vehemencia el calor de las expansiones del patriotismo  se  encontró arrastrado por la guerra que conmovió al Perú  en 1854,  sirviendo en las filas   del ejército en campaña, que ya no se llamó “regenerador” sino “libertador”  y del general que acaudillo  a las huestes populares hasta la batalla de "La Palma" la cual  tuvo lugar en Lima el 5 de enero de 1855.  Es así como entró a la capital entre los vencedores, de seguro satisfecho de haber apoyado una causa nacional. Desde esa época apenas podemos decir otra cosa de nuestro poeta, su vida paso confundida con la de  de los muchos que seguían con él. 


    Por la memoria que presentó a la Convención Nacional de 1855 el Ministro de Guerra y Marina, Juan Manuel del Mar, se sabe que muchos de los cuerpos de la Guardia Nacional fueron restituidos a sus hogares apenas quedó instalado el gobierno provisorio de Castilla. Por su parte, Bonifaz permanece transitoriamente en Lima, acaso como soldado en algún escuadrón de Artillería. Lo cierto es que ya para entonces frecuenta la tertulia literaria que anima el magistrado arequipeño Miguel del Carpió Melgar, y adonde también asisten numerosos bohemios, tales como Ricardo Palma, Manuel Nicolás Corpancho, Manuel Mansilla, Trinidad Fernández, Ignacio Noboa, Juan Arguedas Prada, Manuel Castillo y Aníbal Víctor de la Torre, entre otros.

    Por lo demás, casi nada se sabe de él, tan sólo que regresó a su ciudad natal cuando allí estalló la revolución de 1856. De ahí en adelante lo vemos figurar como aliado político del general Manuel Ignacio de Vivanco.

    Envuelto nuevamente en la revolución de 1858 al resultar gravemente herido en  los muros   del fuerte Malakof de Miraflores, fallece en su hogar el cuál se ubicaba en lo que actualmente es la Biblioteca Regional Mario Vargas llosa en la Calle San Francisco esquina con la Calle Zela, tras ser trasladado de la batalla ,  el 7 de marzo de 1858 , perecieron junto a Bonifaz,  el batallón Inmortales y  el artesano Javier Sánchez,  defendiendo a la ciudad de Arequipa del asedio de las fuerzas de Castilla. Su épica historia  se narra en la obra “Jorge o el Hijo del pueblo” de María Nieves y Bustamante, sus poemas son un canto a la lucha y libertad del pueblo arequipeño, se le  llamó "El Tirteo arequipeño" porque al igual que el poeta espartano compuso  poemas épicos de gran valor y patriotismo.




    Casona donde se ubicó el "Cuartel de los Inmortales" , en la Calle Melgar n°305 , primer portón contiguo a Santa Teresa. En esta misma zona, hacia lo que hoy es la calle Ayacucho se instaló también "El Malakov" bastión defensivo de la revolución y donde fuese gravemente herido el "Tirteo arequipeño" Benito Bonifaz.

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    Tenía  25 años y lucía galones de teniente coronel cuando falleció defendiendo a la ciudad de Arequipa, el 7 de marzo de 1858 al pie de su cañón. Arequipeño ilustre, sus cantos “Al Sol”, "A mi novia", “A los pueblos", “A los hijos del Misti", “Al pueblo arequipeño", “A la Columna Inmortales”, manifiestan su alma de poeta, de patriota, y de valiente.

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    Revolución arequipeña. Pintura anónima.

    La Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa. Antigua Casa del "Tirteo arequipeño"  Benito Bonifaz Febres.




    En el sexto Arco en el Mirador de Yanahuara se puede leer una de sus  patrióticas frases.
    “Que el pueblo que defiende su derecho lleva un muro invencible en cada pecho”.
    Benito Bonifaz Febres.





    Fotografía a  una Pintura que se encontraba  por 1970, en el  Museo Histórico Municipal "Guillermo Zegarra Ballón".

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    Grabado  en la reedición de la LIRA AREQUIPEÑA. 

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    A  LA  BRAVA "COLUMNA INMORTALES"


    ¿Los veis allí lanzarse a la pelea 
    Con la serenidad de los valientes? 
    Son los hijos del Misti, los ardientes
    Soldados del honor.

     ¿Los veis marchar con la cabeza erguida 
    En busca de la gloria o de la muerte?
     Son los hijos del Misti, los de fuerte Y noble corazón.
    ¿Los veis allí pasadas las trincheras 
    Cómo sus líneas en el campo tienden?
    Son los hijos del Misti que defienden
    El doméstico hogar. 


    ¿Los veis en el combate cual despliegan, 
    Al ruido del cañón tanta osadía? 
    Son los hijos del Misti, los que un día la Patria salvarán...

    Truena el fusil, el humo se levanta,
     Los proyectiles en el aire zumban,
     Y con soberbia majestad retumban
    Los tiros de cañón. 
    Vedlos allí, avanzan, se enfurecen,
     El entusiasmo en sus semblantes brilla; 
    Ante su airada faz, esa gavilla 
    Se llena de pavor.

    Esa gavilla vil de hombres esclavos,
     Que sostiene miedosa a su tirano ,
    Porque con torpe y vigorosa mano,
    los sabe contener.
     Esa turba de imbéciles que nunca 
    Sintió en el corazón el entusiasmo,
    A quien él denomina por sarcasmo 
    Soldados de la ley.


    Numerosos son ellos, más cobardes, 
    Como lo fueron siempre los esclavos;
     Por eso es que el ardor de nuestros bravos, 
    Los hace vacilar.
    Y  por eso al oír tan sólo el nombre 
    De nuestros aguerridos Inmortales 
    Se ven en su semblante las señales
    Miserables soldados mercenarios
     Que así tembláis ante el ardor guerrero 
    De los que audaces al combate fiero
    Se arrojan con valor.

     ¿Queréis saber a quienes en la lucha 
    Cedéis el campo huyendo despavoridos?
     ¿Quiénes son los que así tan atrevidos 
    Os causan tal terror ?
    ¡Los Inmortales! 
    Unos cuantos bravos 
    De la ciudad heroica y valiente, 
    La vanguardia del pueblo independiente
     Que sabe combatir.
    Y  presentando el denodado pecho
     Ante el cañón, se sacrifica ufano,
     Antes que doblegar ante el tirano la gloriosa cerviz.


    Los verdaderos hijos de ese pueblo 
    Que aman su libertad como su vida 
    Cuya sangre leal será vertida A torrentes quizás,
     Antes que con sus plantas, insolente, 
    Aquel que la fortuna ha levantado 
    Su recinto magnífico y sagrado Se atreva a profanar!
    Los que han jurado sucumbir primero,


    Uno a uno en la lucha comenzada, 
    Antes que permitir que con su espada
    Les imponga la ley,

     Ese soldado altivo que ha soñado, 
    Entre sus ambiciosas ilusiones, 
    Apoyado de estúpidas legiones 
    Domar al pueblo rey.
    Los que, para cumplir solemnemente, 
    El votó que a su Patria han consagrado,
    Tienen, ha mucho tiempo, preparado
    El paño funeral; 
    Conque honran hoy los mutilados miembros, 
    De los que en el combate van muriendo, 
    Los que quedan aún vivos defendiendo
     La Santa Libertad.


    ¡Salud a ellos! y baldón eterno 
    Al que pretenda obscurecer su gloria;
     Salud al pueblo que tan gran memoria
    Ha conquistado ya; 
    Que defendiendo sólo en guerra
     Sus derechos hollados por un hombre,
     Ha merecido el eternal  renombre
    De grande y liberal Salud al pueblo que orgulloso un día, 
    Pueda decir: soy libre y soberano; 
    Porque rompí con mi robusta mano,
    Los hierros del poder; 
    Salud a los valientes Inmortales 
    Dignos hijos del pueblo, cuya frente, 
    Por sus hazañas ceñirá esplendente, Magnífico laurel.


    Benito Bonifaz.


    El "Tirteo arequipeño" Benito Bonifaz Fébres. 

    Base :Foto digital. Coloreado Arequipa Tradicional.

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    A LOS HIJOS DEL MISTI

    Ínclitos hijos de la patria mía, 
    Que en las faldas del Misti habéis nacido, 
    Pueblo lleno de fe, tenaz vigía 
    Puesto entre el opresor y el oprimido: 
    Jamás os encontró la tiranía 
    Defendiendo su trono envilecido;
    Salud y libertad, pueblo grandioso, 
    Hijo digno del Misti majestuoso!

    Salud, mil y mil veces soberano, 
    Entre los pueblos del Perú el primero, 
    Pulverizad cual siempre en vuestra mano 
    Los hierros del poder, su orgullo fiero. 
    Vuestro grito de alarma no es en vano; 
    Con su grito os responde el pueblo entero 
    De esta hermosa Nación, triste, jadeante, 
    Presa de la ambición mas repugnante.
    Seguid; no desmayéis, que el triunfo hermoso
    Coronará la empresa comenzada;
    Jamás, jamás el triunfo fue dudoso 
    Cuando la libertad fue proclamada; 
    Nunca un pueblo guerrero y valeroso 
    Dejó de ver su obra consumada, 
    Cuando a la sombra de principios santos Defendió sus derechos sacrosantos.
    Vosotros libres sois: esa es la herencia 
    Que nuestros viejos padres nos legaron; 
    Por nuestra dignidad e independencia 
    Su generosa sangre derramaron; 
    Y si abrigáis aún en la conciencia 
    Ese gérmen vital que ellos plantaron, 
    No, jamás consintáis que ningún hombre 
    Manche ni su pureza ni su nombre.

    Mirad, mirad: doquier tendáis los ojos 
    En la vasta extención de nuestro suelo, 
    Inundados veréis, cubiertos, rojos 
    Nuestros campos de sangre con un velo; 
    Las ciudades corred, veréis despojos 
    Y víctimas que claman en su duelo;
    ¿Qué es de la libertad? 
    ¿Cuál es el fruto De tanta sangre, lágrimas y luto?
    Más, treinta años de guerra parricida 
    Y de cuadros terribles y espantosos, 
    La amada libertad siempre vendida 
    Y los pueblos ¡qué horror! siempre en destrozos. 
    Los millares de víctimas sin vida 
    Sirviendo de escalera a los viciosos 
    A los hombres sin dogma ni clemencia, 
    Sin corazón tal vez y sin conciencia.

    Yo respiré también allá en la infancia 
    El aura embriagador de nuestro suelo, 
    Y de mi juventud en la ignorancia 
    Soñé la libertad bajo su cielo;
    Allí templó mi alma de constancia 
    Y allí mi corazón, tomando vuelo, 
    Bebió del porvenir el sentimiento 
    A través del azul del firmamento.
    Todo allí es libertad, todo allí inspira 
    La idea de ser libre al ser pensante;
    Allí un aire purísimo se aspira
    Y se goza de un sol puro y brillante; 
    Vuela la inteligencia cuando admira 
    Del gran Misti la talla de gigante, 
    Y su altura la mente contemplando 
    Va independencia y libertad soñando.

    Compatriotas; corred a las trincheras 
    A defender nuestra ciudad querida, 
    Si del tirano las falanges fieras 
    La libertad amagan y la vida: 
    Sean vuestras descargas las primeras, 
    Y que no haya una bala que perdida 
    Nuestros caros y santos intereses 
    Deje de hacer triunfar como otras veces.

    La Nación os contempla; y de la historia 
    Se entreabren ya las páginas radiantes 
    Para inmortalizar vuestra memoria 
    consignando los hechos más brillantes; 
    Por doquier que vayáis, de la victoria 
    El camino marcad siempre triunfantes, 
    Llevando el estandarte en vuestras manos 
    Que libertad anuncie a los peruanos.

    Benito Bonifaz.



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    Fuentes:
    • SANTIAGO MARTÍNEZ. Arequipeños Ilustres. Arequipa 1938.
    • CENTENARIO DEL ILUSTRE AREQUIPEÑO BENITO BONIFAZ. Adhesión del colegio de Abogados. En: "EL DERECHO". órgano del Colegio de Abogados de Arequipa. Año XVII, N° 123. Mayo y junio de 1932.
    • ARTEMIO PERALTILLA DIAZ, La Lira Arequipeña Tomo II. 1972.
    • TlTO CÁCERES CUADROS. Literatura Arequipeño. Editorial UNSA, 2003.
    • MARIO ROMMEL ARCE, Arequipeños que Hicieron Historia. 2007.
    • PEDRO EDUARDO TICONA CHÁVEZ. Benito Bonifaz Febres, artículo en el mensuario. La Espada del Libertador mayo-junio 2013.