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    Uno de los historiadores y tradicionalistas más  renombrados de Arequipa es sin duda don Mariano Ambrosio Cateriano y Rivera,  presentamos una de sus  tradiciones la cual forma parte de su libro "Tradiciones de Arequipa  o  Recuerdos de antaño", titulada:


    Los Escultores Misteriosos 


    I.

    Desde el año de 1541 existía en Arequipa un hospicio de la orden de Santo Domingo. ¡Gracias a Fray Pedro de Ulloa uno de los benditos que asistieron con el de Camporredondo(1) a la fundación de la Ciudad y que ganó asiento, en la nueva escuela de Cristo para los hijos del ilustre Guzmán.

    Con el tiempo y las aguas, la antigüedad, título de gran valía en aquellos días entre las personas de cerquillo) los donativos del pueblo y la munificencia de la Majestad imperial del Sr. D. Carlos V.; se hizo el convento de predicadores de San Pablo de Arequipa, uno de los más poderosos del reino.


    II.

    El año de 1680 se concluyó el hermoso templo de Santo Domingo de cal y canto, el mismo que existe hasta el día, y apenas quedó asentada la última, piedra cuando empezaron los reverendos á ornamentarlo con el decoro correspondiente al orgullo dominicano. Dos años después, el provincial de la orden mandó de Prior a este convento, a Fray Manuel Chavarría, fraile de campanillas, de gran cogote y mucho peso, no. tanto por lo macizo de su venerable humanidad, cuanto por los doblones que traía. Regresaba a su país natal Arequipa, después de haber gobernado los conventos de Chuquisaca y el Cuzco, en la poderosa provincia de Santo Domingo del Perú, que se extendía entonces desde el istmo de Panamá hasta el Cerro de Potosí, y venia decidido a emplear en beneficio de su convento la renta de sus dos prioratos. Cierto día echó Fray Manuel la vista sobre las efigies de la iglesia y advirtiendo que faltaba la del crucificado; se propaso colocar a toda costa una que fuese el non plus de todas las perfecciones para lo cual requirió en los reinos de España algún famoso escultor, que fuese un nuevo Bervenute  Chelini.

    . . Su paternidad conocía la famosa efigie del Señor de Burgos (en España), no menos que la copia que de ella existe en la iglesia de San Agustín de Lima; peto no se conformaba con una que fuese igual en perfección a las de Burgos, sino que las excediese. Pasaban los tiempos. 

    Y no se presentaba ningún escultor. 

    Y fray Manuel casi perdía la esperanza de ver colocada en los altares de su Iglesia la efigie que deseaba.

    III.

    Dos jóvenes de agradable aspecto y de limpios vestidos entraron un día al convento de Sto. Domingo buscando al Prior, y al topar con el padre Pinto preguntaron por él. Fray Camilo calándose la birreta y siguiendo su camino, les contestó secamente: ''está diciendo misa." 

    Los jóvenes entraron a la iglesia, y media hora después platicaban con el prelado dominicano manifestando el más vivo interés. Eran estos (según su dicho propio) escultores muy entendidos que iban a ofrecer sus servicios al Reverendo Chavarría en la obra de sus ensueños. El prior no creyó a los desconocidos; juzgó los por follones escamoteadores de la bolsa prioral. 

    Mas después de algunas vueltas y revueltas en el asunto, aceptó al fin la propuesta que no pudo ser más ventajosa para su reverencia. 

    Trabajaremos, le dijeron, los escultores, el Sto. Cristo y si después de concluido es de la aprobación de su Paternidad y de toda la venerable corporación, se quedará con él recibiendo nosotros el precio convenido, y en el caso de que echen balota negra, cargaremos con nuestro Cristo sin dar ni recibir nada. 

     Amen, dijo Chavarría: no se habló más sobre el asunto y el contrato quedó ajustado. 

    Exigieron los artistas para sus labores un local separado y del todo independiente, prohibiendo la entrada a toda persona mientras ellos trabajasen. 

    El de Chavarría no encontró en todo el convento otro más apropósito que la celda prioral, y dejándola a disposición de los artistas, se fue a pasar unos días de noviciado. Los escultores tomaron la llave y cerraron las puertas por la parte interior.

    IV

    Los artistas se volvieron almitas; no se vieron herramientas, ni materiales ni preparativo alguno para el trabajo y las puertas de la celda prioral, cerradas a piedra y lodo. Mientras tanto las dudas del Prior se aumentaban y su ansiedad se convertía en impaciencia, Al fin cierto día, resuelto a romper con los escultores fue a pulsar las puertas de la celda prioral. Mas apenas se hubo acercado se abrieron al solo moverlas.

     Grata fue su admiración cuando al penetrar encontró colocado, sobre una mesa la hermosa efigie del crucificado de rara perfección. Inmediatamente hizo tocar a capítulo y reunida la comunidad le descubrió la maravilla. El definitorio y los teólogos de la orden declararon el hecho sobrenatural y milagroso. Concurrieron todos desde el regente mayor hasta el último sacristán a la supradicha celda donde después de algunas salmodias llevaron al Crucifijo en procesión a la Iglesia. 

    Extendida por la ciudad en pocos minutos la noticia da semejante maravilla, fue tan numerosa la concurrencia, que en los cuatro primeros días apenas pudieron cerrar las puertas a las 12 de la noche, expeliendo a la gente de la Iglesia. 

    Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal, X conde de Lemos y XIX virrey del Perú.

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    El virrey Conde de Lemos, hallábase de tránsito en Arequipa cuando fue a sofocar la insurrección habida en Puno en las minas de Salcedo y S. E. que era el tipo de la piedad y devoción contribuyó a la del SEÑOR DE LA VERA CRUZ. 

    Por esto se ha dicho siempre en esta ciudad que la efigie que hemos nombrado de la iglesia FUE OBRA DE LOS ÁNGELES. 



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    (1) Para la época se pensaba que Camporredondo fue el fundador de la ciudad de Arequipa , hoy sabemos que fue  García Manuel de Carvajal.

    Foto de portada: Fotografía coloreada digitalmente que muestra al Templo de Santo Domingo. Base fotográfica: Archivo de la Universidad de Harvard 1890-1894.